Manuel leyó detenidamente las notas escritas por Miguel y no dejó de exclamar:—¡Es cierto, señor Rodríguez, eres un genio!—¿Cuánto valen estas notas? ¡Las compraré! —coreó Ricardo.—No es para tanto, señor Blanco. Solo son unas notas, si usted las quiere, se las regalaré —dijo Miguel con una sonri
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