—De cualquier manera, ¡no puedo dejar que mi madre haya muerto en vano!— La voz de Selene era firme. No temía las dificultades ni el riesgo de ponerse en peligro. Tenía que descubrir la verdad sobre la muerte de su madre, llevar a los responsables ante la justicia y darle a su madre la justicia que merecía, incluso si estaba en la tumba.Nacho también estaba decidido, —De acuerdo, patrona, ¡te acompañaré!Selene no quería que Nacho se involucrara demasiado.—Nacho, si realmente hay peligro...—Patrona, tú, una mujer, no tienes miedo. ¿Yo, un hombre de dos metros, debería tener miedo de algo?— Dijo Nacho, golpeando su fornido pecho.—Gracias.— Selene levantó los ojos llenos de lágrimas y le agradeció.—Patrona, si no fuera por ti, probablemente seguiría siendo regañado por la enfermera jefe en ese hospital, o incluso podría haberme convertido en un vagabundo sin empleo, durmiendo en las calles. Soy yo quien debería agradecerte.— Nacho agradeció a Selene.—Entonces, primero ayúdame a av
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