—¡Los bebés! —y aquellas dos palabras fueron una orden. James entró corriendo y se agachó junto a Maddi, que se había dejado resbalar por la pared de la impresión. —¡Nena! ¡Nena, mírame, estás bien! ¿Estás bien? La puso de pie, revisando rápidamente su ropa, que estaba intacta, pero ella parecía
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