—¿¡Esto es lo que quieres, bebé!? ¿Eh? ¿Esto es lo que quieres...? Del otro lado solo se escucharon gemidos más fuertes, llenando el aire con una nueva sensación de urgencia y de placer. Dentro de aquella casita había sudor, jadeos y nalgadas, gemidos apenas contenidos y cuerpos calientes moviéndos
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