Lorena amaba con pasión y odiaba con venganza.Se calmó, dejó sus cosas en el hospital y luego condujo hasta el Entretenimiento Águila.Nada más salir del coche, vi a Jorge de pie en la puerta, vestido con un pantalón verde floreado y una camisa amarilla, con el rostro demacrado, retenido por los guardias de seguridad, con las manos agitadas por la ira.No llevaba pintalabios, sino una gruesa base de maquillaje, era miserable y feo, se pellizcaba la cintura y se quedaba allí, maldiciendo a los guardias de seguridad, con su voz chillona y áspera como la de un pato ahogado:—Sólo llevo fuera menos de un día, ¿y se atreven a detenerme? Lo crean o no, ¡los expulsaré a todos y los dejaré ir a la calle a mendigar comida!Los hombres se quedaron muy serios, respondiendo simplemente:—Identificación de empleado por favor, prohibidos los desconocidos.Jorge ardía de rabia y caminaba con las manos en las caderas, apretando los dientes:—Sólo son perros guardianes, se atreven a ofenderme, yo...A
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