—Señorita Suárez, esta es mi hija Estela Serrano, insiste en seguirme para ampliar el horizonte, ella toca el piano.Lorena sonrió y dijo cortésmente:—He visto los carteles de la señorita Serrano antes, tuve la suerte de pasar por el teatro cuando fui al extranjero antes, pero por desgracia no tuve tiempo de entrar y disfrutarlo.Con un temperamento delgado, Estela respondió con ternura:—Señorita Suárez, es muy cortés, todavía tendré una actuación en el teatro dentro de unos días, si está libre, puede venir a presenciarla.No se sabía si se trataba de una característica que compartían las bailarinas, ya que Estela y Susana se parecían bastante en ciertos temperamentos, por ejemplo, ambas contaban con esa especie de sensación de fragilidad, muy suaves, esbeltas y delgadas. Sin embargo, no se percibía la misma en ella mezquindad que Susana.Durante esta comida, la mirada de Estela se posó en Lorena de vez en cuando. Lorena lo notó y simplemente asintió con la cabeza suavemente cuando s
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