—No, no puede ser, tengo años tomando la píldora, además nunca me olvidé de tomarlas —digo en voz alta, dando vueltas por el baño. Salgo y tomo mi bolso para vaciarlo en la cama, no encuentro las pastillas del mes pasado, abro el closet y saco la maleta que utilicé, reviso en las bolsas laterales y ahí están—. ¡Oh por Dios! —exclamo al verlas, me saltee los últimos días, fue justo unos días después de mi periodo y yo… Me siento en la cama y las manos me tiemblan de los nervios. Tengo que salir de esta duda y cuanto antes lo haga, será mejor. —Mamá, ahora regreso —Le digo entrando a la cocina y tomando las llaves del coche. —Pero, hija, ¿no vas a desayunar? —Sí, cuando regrese, no me tardo —respondo saliendo con prisa. Paso a una farmacia cercana a la casa, compro dos pruebas de embarazo y regreso a la casa con el corazón latiendo a mil por hora. —¿Todo bien, hija? —indaga mi madre, al verme llegar. —Sí, solo un pequeño malestar y pasé a comprar unos analgésicos —miento. —
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