“¿Cómo está Jabari?”, pregunté, acercándome una pila de papeles. Si no me devolvía mi computadora portátil, tendría que trabajar a la antigua. “¿Le dijiste que no puede venir esta semana?”. No sabía cómo reaccionaría Celeste si viniera aquí como lo hacía de vez en cuando, revisando que estuviera bie
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