— Papá, ¿qué haces aquí sin avisar? – fue la bienvenida de Maell parado en la puerta de entrada de la mansión, con el brazo puesto en el marco, en una clara señal de nadie va a pasar por aquí. — Así que vengo corriendo, temiendo que tuviesen una rebelión aquí, para ayudarlos, y ya veo que la única
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