Jhon se estremeció, sintiendo la quemazón de la rabia y la culpa en su interior, bullendo y confundiéndolo. Y desde donde se hallaba, Jon pudo ver su magnánima casa, espléndidamente iluminada a causa del baile queLisa insistió en celebrar, un baile que no le importaba. Su casa, que ella había restaurado hasta devolverle su magnificencia original, y a pesar de no pertenecer a Castle ella lo amaba... porque lo amaba a él. Y pudo escuchar lejanamente la música, las bellas y alegres notas del piano y los violines sobre la brisa del mar irlandés, un sonido tan hermoso y feliz como su segunda esposa. De pronto comprendió que ahora su casa estaba viva, igual de viva que en los primeros años de su matrimonio y aun antes, cuando durante tanto tiempo no había sido más que una tumba encantada. Por un instante Jhon permaneció inerte. El lago que conservaba los secretos y la tragedia de su pasado le paralizaron, aunque Castle lo estaba llamando de un modo irresistible. Jhon se encaminó hacia C
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