María recordó la advertencia de Luis de hacerlo feliz, colaborar lo máximo posible, de lo contrario, el estado de ánimo de ese hombre empeoraría, llegando a un punto inimaginable.Sin opciones, enderezó la espalda, se separó ligeramente de él y, de manera torpe, deslizó sus fuertes brazos, desabrochando el único botón en su elegante chaqueta, y luego, la mirada se posó en su camisa negra.Vio su pecho blanco y firme, que se movía con la respiración, bajo su mirada intensa...Luego, descendió hacia sus ajustados pantalones negros. De repente, María se asustó al echarlo un vistazo y retiró la mano, sin atreverse a quitarle los pantalones.Se quedó quieta, atrayendo la atención de Manuel, quien frunció el ceño. Él, con su cuerpo esbelto, se recostó perezosamente en el asiento, levantando ligeramente la parte superior de su cuerpo. Abrió sus largos y estrechos ojos con una mirada encantadora y embriagadora hacia ella: —¿Hmm? Continúa.¿Eso no era demasiado íntimo? ¿Cómo podía continuar?¿R
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