María se sumergió en la fría bañera durante bastante tiempo, hasta que la piel de sus palmas empezó a arrugarse ligeramente. El calor en todo su cuerpo se redujo un poco después de tanto tiempo.Con la cabeza sin fuerzas apoyada en el borde de la bañera, abrió los labios suaves y delicados, y su aliento ya no era abrasador y ardiente. Sus ojos, inicialmente nublados por la neblina, gradualmente se volvieron claros y brillantes.Al notar a Manuel apoyado silenciosamente en la pared junto a la bañera, con los brazos cruzados y una mirada maliciosa y fría, María frunció el ceño instintivamente, sintiendo que algo no estaba bien.Antes de que pudiera levantarse y ponerse de pie, sus pies resonaron con el sonido del agua.Bajando la mirada, María se sobresaltó al ver lo que estaba sucediendo. Su vestido había desaparecido en algún momento, y solo llevaba un conjunto de ropa interior azul claro. Sobre eso, había una fina bata que, empapada por el agua, se pegaba a su cuerpo como una segunda
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