Con el corazón en la garganta, Dante tuvo que tragar antes de volver a hablar. –“¿Ah no? ¿Entonces?” –preguntó tratando de controlar su emoción –No, yo estaré contigo y te ayudaré en todo –dijo Anna, quien se sentó en el alfeizar de su ventana –Para ese entonces, ya tendré un año en la manada y ya los habré conocido a todos al igual que el territorio, así que, sin duda, podré ayudarte, o al menos, eso espero, pues de momento, sólo veo las mil y un responsabilidades que ahora tengo…– Al escucharla, Dante soltó una carcajada, sin embargo, su corazón se llenó de esperanza, por lo que una radiante sonrisa se dibujó en su rostro. –“Es verdad, tú estarás conmigo, pequeña alfa… En cuanto a lo demás, ya verás que te acostumbrarás, desgraciadamente, así es la vida de un heredero, desde muy jóvenes, llevamos vidas muy ocupadas, pero todo es por el bienestar de nuestra gente”– –Entiendo lo que dices –dijo Anna mirando por la ventana, algunos hombres y mujeres habían comenzado a limpiar el lu
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