Aitana, bajo la mirada de todos, se sentía cada vez más agitada.De repente, una idea surgió en su mente: si admitía ser la Señorita F, ¡sería la ganadora indiscutible de la competencia!Y pensando que el señor Mendoza debía estar en algún lugar del recinto observándola, Aitana, emocionada, respondió con una mezcla de humildad y timidez.—Sí, en realidad no quería que la gente lo supiera. Esta vez, por costumbre, dibujé una llama en la firma, y ya era demasiado tarde para cambiarlo, así que... jeje...Aitana sabía que algún día este engaño sería desenmascarado, pero para entonces ya habría capturado el corazón y la atención del señor Mendoza. No temía nada en aquel momento.Pero lo que no esperaba era que, justo después de sus palabras, Valentina soltara una risa fría y ligera. Aitana estaba a punto de preguntarle el motivo de su risa cuando Alonso, desde la zona VIP, también se rio.—Ja...— La risa de Alonso estaba cargada de sarcasmo—. Qué coincidencia, hace unos días tuve el honor d
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