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Todos los capítulos de Secuestrada al nacer: Capítulo 91 - Capítulo 100
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Daniel ha despertado.
Ámbar se sentía fuera de lugar en la lujosa mansión de su hermana. A pesar de los esfuerzos de esta última por hacerla sentir bienvenida, Ámbar no podía evitar sentirse incómoda entre los muebles elegantes y las decoraciones ostentosas. Cada rincón de la casa parecía recordarle la brecha que existía entre ella y su hermana, recordando constantemente su origen humilde, aunque Alicia fue tan humilde y amoroso con ella, pero fue un choque para Ámbar toda esta situación. Con un suspiro resignado, Ámbar decidió volver, pero no a la ciudad universitaria, ella volvió a la habitación de Daniel, por algún motivo ella se siente atraída por la situación que él está viviendo. Inesperadamente, sintió una punzada de curiosidad y compasión por aquel desconocido. Sin pensarlo dos veces, se dirigió al hospital con determinación, decidida a hacer algo significativo en medio de su propia incomodidad, fue escoltada hasta la puerta del hospital. Al llegar al hospital, Ámbar se sorprendió por la serenid
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El reencuentro.
Una semana había pasado desde aquella noche en que ámbar escucho las duras palabras de Daniel. Ámbar caminaba por las calles de la bulliciosa ciudad universitaria, sintiéndose perdida y desgarrada por dentro. El rechazo del chico al que había empezado a abrir su corazón le pesaba como una losa, y cada paso que daba parecía llevarla más lejos de la esperanza y la felicidad que había anhelado. Había decidido dar un paseo para despejar su mente, pero en lugar de encontrar consuelo en las luces brillantes y la actividad frenética de la ciudad, se sentía aún más sola y desamparada. Cada rincón parecía recordarle su dolor, cada sonido parecía burlarse de su corazón roto. Con un suspiro pesado, Ámbar decidió que ya era suficiente. No podía soportar estar en ese lugar un minuto más. Con determinación, se dirigió hacia la estación de autobuses, decidida a escapar de la ciudad que le había traído más dolor del que podía soportar, era una ciudad de chicos de su edad, y todos estaban en pareja
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Celebración en familia.
La casa de los Montero estaba impregnada de una atmósfera de alegría y expectación. La familia se había reunido para celebrar un almuerzo especial en honor al embarazo de Beatriz y Alicia, quienes, con una sonrisa radiante, estaban en el centro de todas las miradas. La mesa estaba decorada con flores coloridas y platos exquisitos, pero lo más importante era el calor humano que llenaba la habitación, uniendo a la familia en un momento de unión y amor.Desde el comedor, se escuchaban risas y charlas animadas mientras los miembros de la familia compartían anécdotas y recuerdos. El aroma tentador de la comida casera flotaba en el aire, añadiendo un toque extra de calidez y familiaridad a la ocasión.En un rincón de la sala, Alicia estaba rodeada por su amado, Derek, y sus padres, quienes la miraban con amor y orgullo. A su lado, su pancita de embarazo estaba tan grande como un globo, un recordatorio tangible del milagro que estaba por venir, ella era la joven más hermosa del mundo entero,
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No dejare que te vayas.
Daniel observó con incredulidad cómo el autobús se alejaba, llevándose consigo a Ámbar y la oportunidad de aclarar las cosas entre ellos. Sin embargo, la determinación ardió dentro de él, impulsandolo a actuar. Sin pensarlo dos veces, se lanzó en busca de su auto estacionado unas cuadras más adelante.El corazón de Daniel latía con fuerza en su pecho mientras conducía a toda velocidad, su mente llena de pensamientos y emociones encontradas. No podía dejar que Ámbar se alejara sin darle la oportunidad de explicar, de disculparse por sus acciones pasadas y dejar en claro lo que realmente sentía por ella.Finalmente, después de lo que le pareció una eternidad, Daniel alcanzó el autobús y lo obligó a detenerse con una maniobra audaz. El conductor, visiblemente molesto, detuvo el vehículo y bajó para enfrentarse a Daniel, pero este último apenas le prestó atención. Su única preocupación era encontrar a Ámbar, asegurarse de que estuviera bien y, tal vez, de que le diera una segunda oportuni
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La felicidad del nacimiento.
Uno de los días más importante había llegado, Beatriz estaba en sala de operaciones, por su edad Luigi dio la orden de una cesaría, aun familia no sabe el sexo del bebé, sería una gran sorpresa para todos al momento del nacimiento del bebe, Roberto estaba dentro de la sala de operaciones con mucha ansiedad.Muchos no podrían entenderlos, pero ellos no pudieron vivir esta experiencia junto a Alicia, ya que fue todo un caos, además que no tenían el dinero para poder pagar claramente una clínica privada, así que vivieron lo peor que una pareja junto a su bebé podrían vivir.En la sala de espera estaba una hermosa joven con su vestido blanco que mostraba el gran tamaño de su barriga, Beatriz tenía un poco más de tiempo en la gestación de su embarazo, su hija estaría también pronto en el mismo lugar que ella, mientras tanto sería una espectadora desde la sala de espera.—Príncipe tengo tanto miedo, me asusta estar aquí, bueno no es el lugar, creo que es más los dolores que puedo sentir al
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Una nueva vida al mundo.
—¡Derek, es hora!— gritó Alicia, su voz resonando con urgencia mientras una mancha húmeda se extendía por su ropa. La ruptura de la fuente había llegado sin advertencia, surgiendo en una carrera contra el tiempo.Los médicos ya estaban en camino, llevando una silla de ruedas que parecía moverse más rápido que cualquier cosa en la sala de espera.—¡Vamos, rápido!— instó Derek, siguiendo de cerca a los médicos mientras atravesaban los pasillos del hospital. El sonido de sus pasos resonaba en sus oídos, un eco constante de la urgencia del momento. Alicia, por su parte, mostraba una valentía inquebrantable a pesar de las circunstancias. Su rostro estaba enrojecido por el esfuerzo, pero su determinación no flaqueaba. Se aferraba a la mano de Derek con fuerza, encontrando consuelo en su presencia constante.Finalmente, llegaron a la sala de partos, donde un equipo de médicos y enfermeras estaba listo para recibir a Alicia. Con movimientos precisos y rápidos, la ayudaron a subir a la cama m
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La esperanza renace en el hospital.
El brillo matinal se filtraba tímidamente por las cortinas semiabiertas de las habitaciones del hospital, tejiendo un suave resplandor que abrazaba cada rincón. En una de las habitaciones, Roberto permanecía sentado al lado de la cama de su esposa, observando con admiración cómo su rostro se iluminaba con una sonrisa radiante, reflejando la dicha de haber dado a luz a su hija recién nacida.—Mira, cariño— susurró su esposa, Beatriz extendiendo con delicadeza los brazos para mostrarle a la pequeña envuelta en una manta rosa pálido. —Es nuestra princesa, tan perfecta como la imaginamos, ella es tan parecida a nuestra Alicia, aunque solo pude verla un instante, su recuerdo no se borra de mi mente— dijo con tanta alegría.Roberto se acercó con reverencia y ternura, observando maravillado los diminutos rasgos de su hija. Un torrente de emociones lo invadió mientras acariciaba suavemente su mejilla, sintiendo la calidez y la fragilidad de la vida que ahora sostenía entre sus manos.—Es incr
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Todo en su lugar.
El sol se ocultaba lentamente en el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados y rosados mientras una familia feliz se aproximaba a la gran mansión que se erguía majestuosa ante ellos. Alicia caminaba con paso decidido, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras se acercaba al lugar que una vez le brindó la palabra hogar. Al llegar a la entrada se alegró al ver como sus padres adoptivos la reciben con amor, Derek orgulloso con su pequeña en brazos iba a su lado, ellos estaban llegando antes que Roberto y Beatriz, ya que Roberto decidió conducir con más calma, su esposa recibió una cesárea y él debe de cuidarla muy bien. —Bienvenidas— el grito de Candelaria despertó a la pequeña que dormía en los brazos de su padre. Alicia abrazo a sus padres en medio de la conmoción. —Gracias padres, he vuelto con mi princesa— Alicia fue guiada hasta el sofá, en donde estaría descansando mientras que todos se encargan de conocer a la pequeña recién nacida. —Por favor, deja que cargu
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Necesitada de amor y pasión.
El primer año de las pequeñas había llegado, marcado por momentos de celebración y unión familiar. El bautizo de las niñas sería un evento emotivo y conmovedor, donde la familia se reunirá para dar la bienvenida a las nuevas integrantes con amor y bendiciones. Pero la celebración más esperada estaba por llegar. Alicia y Derek habían decidido unir sus vidas en matrimonio, compartiendo sus votos de amor eterno y compromiso mutuo en una ceremonia íntima y significativa. La preparación había sido un tremendo estrés, ya que Erika entregó una gran lista de invitados, quería que el mundo entero supiera que tiene las nietas y las hijas más bellas del mundo, además alardear que ya era bisabuela. —Mamá, prometiste que serían pocas personas— —Y lo son, apenas es una pequeña lista, cuando tu naciste invite a medio país— dijo Erika mientras toma de su té de las tardes. Alicia miró a su madre y no cabe dudo que deben de cambiar todo ahora, la casa no era lo suficiente para atender a más de dos
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El bautizo.
El día del bautizo de las pequeñas Alejandra y Alexia finalmente llegó, marcando un momento de gran significado y alegría para la familia. El salón estaba decorado con esmero, listo para recibir a los invitados y celebrar este importante acontecimiento. Con capacidad para doscientas personas, el espacio estaba impregnado de una atmósfera festiva y acogedora. Los padres de las niñas, emocionados y radiantes, estaban presentes en el salón, listos para presenciar el bautismo de sus preciosas hijas. A su lado se encontraban Luigi y Candelaria, elegidos como padrinos de las niñas. Ambos irradiaban felicidad y emoción ante la responsabilidad y el honor de acompañar a Alejandra y Alexia en su camino espiritual. La ceremonia comenzó con solemnidad y devoción, mientras el sacerdote pronunciaba las palabras sagradas y bendecía a las niñas con el agua bautismal. Las pequeñas Alejandra y Alexia, vestidas con delicados trajes blancos, parecían ángeles en la luz tenue de la iglesia, sus rostros i
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