Cap. 16.4
Aun marcando distancia en el pequeño camerino, se acomoda el cabello, sudando, se mordía las uñas mirando constantemente el colgante que aun brillaba sobre el cuello de Kiev. ─ Esta mierda no me puede estar pasando a mí, si soy solo una huérfana ─ farfullaba Ivana para si misma mirando a todas partes con nerviosismo. ─ ¿Vendrás? ─ pregunta Kiev nuevamente con mirada expectante. ─ Ve, ve, verás, a mí se me enseñó a no salir con extraños, me, me, me, ¿Me entiendes? ─ Si no somos extraños, somos parientes. ─ ¡YA!, basta de esa Mierda de que somos parientes ─ ¡Pero si es la verdad!... el diario de Mónica… ─ ¡A la mierda el diario!, y ¡sí!, ya sé que el diario de Mónica dice un montón de porquerías sin sentido… a… a… a ver, ¿Qué más dice ese tal diario? ─ Que Paola, o sea tú, la dejaste a responsabilidad de muchas cosas, un conocimiento prohibido, y que ahora reposa en Portugal y solo tú puedes acceder ─ ¡¿Cómo?!, ¿Qué quieres decir?, ¡¿Quieres que viaje a Portugal?!, ¡si ni tengo un
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