Aquel fue quizá el peor fin de año de toda mi vida, lo había pasado en una camilla de hospital, sentía que aunque todos estaban allí para apoyarme me veían con lástima, también había sentido lo mismo de parte del personal, no había quien no supiera de la mujer que fue secuestrada por su exesposo y que perdió un bebé en el proceso. Empecé a ir a terapia, porque quería volver a sentirme bien, estar lista para poder enfrentarme al mundo entero con todas mis fuerzas, como siempre había sido, la terapeuta me dijo que eso iba a llevar un proceso de sanación, que no intentara olvidar, sino aprender a vivir con lo que había sucedido. No voy a mentir, hubo momentos en los que por mi mente pasaron los peores escenarios, pero había razones para continuar, tenía a mi hijo, que estaba listo para poder pasar su niñez a mi lado, que se merecía una familia, porque él no había pedido venir a un mundo tan cruel, mucho menos a una familia tan disfuncional. Isaac se volvió un mejor ser humano, aprendió
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