Catriel rozó con sus labios mi cuello y no pude evitar reírme de nuevo. Esta vez buscó mis labios, mientras sus manos rodeaban mi cintura, atrayéndome hacia él.Me froté contra él burlonamente, sintiendo como mi coño se humedecía por completo. Su lengua bailaba al ritmo de la mía, lentamente, sin prisas, mezclando nuestros sabores, saliva y aromas. Por supuesto, no pude evitar tocar su culito perfecto, muy evidente a través de la tela de su short.Catriel me soltó los labios y me susurró al oído mientras me tomaba de las piernas, haciendo que me aferrara a su cuerpo:- Puedo apostar que este paseo en bicicleta fue planeado... Para que pudieras abusar de mí, pequeño monstruo.Mis manos suavizaron su nuca mientras me conducía fuera de la estrecha carretera y hacia la zona de los árboles, alineados milimétricamente.- Soy un maltratador de princesas, ¡lo confieso! - bromeé.El príncipe me apoyó en un delgado tronco, con las piernas aún alrededor de sus caderas. Me mordí el labio, mirando
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