Dafne, que estaba preparando la cena, se detuvo en seco al escuchar esas palabras.Era verdad que habían acordado en el pasado ir juntos a ver el mar en verano, en invierno, de fresas y de naranjas… Sin embargo, el pasado ya era el pasado y las cosas habían cambiado.—Nunca dije eso.Después de pronunciar esas palabras, Hans subió directamente las escaleras y se dirigió a su estudio en el segundo piso. Dafne levantó la cabeza, observando cómo se alejaba la figura, sintiendo emociones muy complicadas.Antonio la reconfortó:—Señorita, Hans ha sido una persona terca con palabras afiladas. No lo tomes en serio.Dafne reveló una sonrisa amarga y respondió:—Tío Antonio, no intentes más a unirnos. Hans ya tiene una prometida. Y, además, ya no le gusto ahora…—¿Él tiene una prometida? ¿Por qué no lo sabía? Seguro que te está mintiendo —exclamó Antonio.Sin embargo, Dafne ya no quería saber si eso era cierto. Porque, no importaba si Hans realmente tenía una prometida, entre ellos ya no habría
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