En la planta baja del hospital, al otro lado de la calle, se encontraba estacionado un lujoso automóvil negro. La ventana del asiento del conductor estaba bajada. Una mano elegante sostenía un cigarrillo, descansando despreocupadamente en el marco de la ventana. En la oscuridad, la pequeña llama roja era muy llamativa. La mitad del cigarrillo se consumía con el viento, y él lo fumaba a su vez. El fuego rojo parpadeaba en el viento, encendiéndose y apagándose, al igual que sus emociones, provocadas y luego reprimidas por la razón, una y otra vez...El rostro melancólico del hombre fue envuelto por el humo blanco, que escondía la agudeza de su mirada, dejando solo un atisbo de desolación.Sacó el último palo de agarwood, lo insertó en un nuevo cigarrillo y lo encendió. El suave aroma era tan parecido a Dafne, suave pero adictivo. No sabía cómo explicar lo que tenía de bueno, pero simplemente no podía olvidarlo. Sin embargo, este era el último palo que Dafne le había regalado, y después d
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