KARINA.***Inhalo profundamente, enfrentándome al espejo con expectación. Mi figura se despliega en un vestido de seda negro, realzado por joyas elegantes abrazando mi cuello y orejas. Nada estridente, solo una sofisticación que se ajusta a mi estilo.El día en el trabajo fue un torbellino, dejándome con escaso margen para conectar con Silvano. Ahora, bajo el manto nocturno, me encamino hacia la celebración del cumpleaños de mi padre. Espero que él no decida aparecerse de madrugada, como acostumbra. Enviarle un mensaje revelando mi paradero no es una opción; hay ciertos asuntos que merecen ser discutidos cara a cara. Tal vez, mañana, después de que pase todo esto, logremos hallar el momento preciso para la conversación pendiente.El auto enviado por mi padre aguarda en la entrada del edificio, dispuesto a conducirme hacia la celebración. Durante el viaje, un manto de silencio se cierne, y el chófer, en su recibimiento, exuda un respeto inusual, quizás tintado por el conocimiento de m
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