Miré al hombre que se encontraba frente a mí, sorprendida de verlo después de tres años sin saber nada de él más que por llamadas telefónicas. Aunque en aspecto físico sigue siendo el mismo, ahora es tan diferente. Su forma de vestir, de hablar, de expresarse. Cambió demasiado, tanto, que parece otro hombre el que hoy está delante de mí.Pero sus cambios no me sorprenden tanto como lo hace su compañía. Una mujer de cabello tan negro como la noche, ojos en extremo verdes que cautivan, un abultado vientre y que vaya de su mano es lo que más me desconcierta y no puedo creer. Desde que Amir se plantó frente a mí de la mano de una linda mujer no he salido de mi asombro ni he podido decirle palabra alguna. —Parece que estuvieras viendo un fantasma —dijo, esbozando una sonrisa burlona—, pero no te preocupes, que sigo estando muy vivo.—Tú, pero... es que —solté un bufido mientras él reía—. No puedes llegar de la noche a la mañana con una mujer embarazada de tu mano como si fuese lo más norm
Leer más