La luz del sol brillaba en lo alto, y todo parecía estar en aparente calma. Las lejanas tierras de los Dupont, siempre habían sido seguras en sus fronteras, manteniendo a sus dueños completamente a salvo en su interior. Sin embargo, en aquellos oscuros días, ya nadie podía estar a salvo.Marcus Badra miraba a las personas que iban en su trajín diario, dándose cuenta de que no únicamente había lobos en las tierras de August y Ceres Dupont, si no, tambien hábiles ex cazadores de sobrenaturales que vigilaban cada rincón de la enorme mansión que en su interior alojaba el preciado tesoro que el deseaba alcanzar para si mismo. Había sido un completo estúpido, nada más que un reverendo imbécil al no escuchar los deseos de su padre para tomar a Artemisa como su Luna. Aquella sangre que corría por las venas de esa hermosa loba albina, era la del linaje más puro y sagrado que existía; los únicos lobos que eran descendientes directos de dioses. Con un poder como ese en sus herederos, su manada s
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