De nuevo, ese olor invade mi cuerpo. Humedezco mis labios, están secos. Aunque se sienta bien, me hace cosquillas en la espalda. Molesto, me levanto, parpadeé unas cuantas veces y me di cuenta de que era el heno lo que me pinchaba. — ¿Qué hice? - Pongo las manos en la cabeza cuando vislumbro el cuerpo de Soraya, descansado en medio del suelo, rodeado de ropa y paja. Recuerdos de anoche invaden mi mente. Un dolor de cabeza terrible se esparce. Intento levantar, el dolor me impide. Traicioné a mi esposa. Esa frase martillaba mi cabeza. Cuando razoné un poco mejor, me pregunté a mí mismo si eso habría sido una traición. Diana había pedido el divorcio, así que mi error no fue tan malo. Tal vez yo quería librarme de la culpa, no pude. — Sebastián. - la voz ronca y, al mismo tiempo, suave de Soraya hizo eco por el ambiente. La sonrisa perezosa estaba estampada en su rostro. ¿Parecía satisfecha y quizás... feliz? — Anoche fue mágica. — Olvida lo que pasó ayer. - ella me mira fijamente
Leer más