74. En la cafetería
74. SantaEntendía a los chicos, pero eso no hace que no me ponga a la defensiva, siento que debo defenderme y a la vez me gustaría entregarme a la manda para que me apedreen en la calle.—Iré a tomar un café —dije para dejarlos solos.—Yo quiero uno, si es tan amable —dijo el alfa Alaric sacándose la cartera y poniendo en mis manos algunos billetes.—Gracias, no hacía falta —le contesté— ¿Cómo lo quieres?—Negro —respondió enseguida— sin azúcar.Adara regresó a la cama, era mejor que descansara lo que pudiera. Aun no se hablaba con el doctor para dejarla ir a casa, pero no creo que sea lo mejor.Caminé con aire pensativo por los pasillos del hospital queriendo saber como podría ayudar a mi hija, me necesitaba y lo sabía, pero me sentía tan inútil. Tal vez Mason tenían razón, yo solo la había amarrado con cadenas de plata y ponerle acónito sumiéndola en el dolor indescriptible.Las palabras del doctor aun me asombraban, pensé que mi hija estaría pendiendo de un hilo, pero al pa
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