—Muerte a cambio, ¿de qué no hay que tener miedo?Abel caminaba con la cabeza bien en alto, con una actitud de enfrentar la muerte con resignación.En ese momento, Sebastián de repente gritó: —Abel, ¿qué estás haciendo? ¿Quieres matarnos a nosotros, la familia Romero? ¡Retírate de inmediato!Sebastián estaba realmente asustado, Abel se adelantó, y él lo reprendió con dureza, temiendo enojar a Fernando.Abel negó con la cabeza y suspiró: —Jefe, he recibido una gran deuda de mi maestro. He logrado algo, y hoy, con esta vida, quiero cumplir con mi maestro. Bajo la tierra, quiero dejar una explicación adecuada a mi maestro.—Estás loco, ¿eres rival de Carrasco, el maestro? Esto no es pagar una deuda, estás perjudicando a nuestra familia Romero, — gritó Sebastián, mientras adulaba a Fernando: ——Maestro Carrasco, con tal de que nos perdones una vida, toda la propiedad de la familia Romero será tuya. Estamos dispuestos a seguirte como bueyes y caballos. ¡Por favor, perdónanos!Fernando se son
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