Capítulo 191
Simón, rápidamente, ayudó a Abel a levantarse y le dijo en tono muy grave: —Hablemos adentro. ¿Cómo es la apariencia de la puerta principal?

Daniela abrió la puerta con rapidez, los tres entraron y Simón hizo que Abel se sentara, mientras Daniela le entregaba una taza de café.

Desde que Simón había reclutado a Abel, este se había comportado de una manera ejemplar, protegiendo siempre a Daniela. Cuando tenía algún asunto que atender, Simón siempre estaba dispuesto a ayudarlo.

—Dime, ¿qué sucede? — preguntó Simón.

Entonces, Abel comenzó a contarle su historia.

Resulta que ese día recibió una llamada de la vieja casa de Valoria. Era Sebastián Romero, el hijo de su difunto maestro, quien le pedía regresar para ayudarlo. Le informó que la familia Romero estaba en peligro de ser totalmente aniquilada.

Abel, agradecido grandemente, por haberse convertido en un practicante gracias a su maestro Andrés Romero, quien lo había guiado hacia el camino de los practicantes, por tanto, no dudó en ayuda
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