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Todos los capítulos de Una Fea para el CEO Ciego: Capítulo 91 - Capítulo 100
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Capítulo 91: Organizando todo antes de partir
ISABELLA RODRÍGUEZ —¿En verdad tiene que ser blanco? Digo… significa pureza y muy pura no eres, por lo menos no después de dos hijos —dijo Yolanda mientras la señorita de la tienda me ayudaba a ajustar el vestido. Había escogido uno al azar después de que mis amigas me insistieran con varios modelos. La única que parecía tan deprimida como yo, era María. —¡¿Es en serio?! ¿Hoy no hay risas ni regaños? —preguntó Yolanda al ver nuestra actitud tan apagada—. ¿Qué ocurre? María me vio fijamente, sabiendo que la única que podía explicar algo, era yo. —Nada… supongo que tengo muchas cosas en la cabeza —contesté con apatía. En ese momento la señorita apretó el corsé del vestido haciendo que me vinieran las ganas de toser. Cubrí mi boca y comenzó a darme palmadas en la espalda, empeorando la situación. María se acercó con un pañuelo, pero cuando estiré la mano para tomarlo, vi la sangre viva en mi palma. —¡¿Qué carajos?! —exclamó Yolanda poniéndose de pie del cómodo sofá desde donde
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Capítulo 92: El cruel instrumento de sus perversiones
GABRIEL SILVA —Señor, ¿me llamó? —preguntó Ramírez, mi abogado, al entrar a mi oficina. —Mi hermosa Isabella me está ocultando algo… —dije con la mirada clavada en la ciudad que se mostraba ante mí a través del ventanal. Su apatía y su distancia hacían que, conforme el tiempo pasaba, me esperara lo peor—. Necesito que investigues qué es lo que la tiene así. —¿A cualquier costo? —preguntó con tranquilidad. Ramírez era la clase de abogado que a todo CEO le gustaba tener. Ávido con el manejo de la ley, inteligente, silencioso y capaz de resolver cualquier tipo de problema, y con una gran imaginación para hacerlo. —Sí, a cualquier costo. Quiero información lo más pronto posible. Con una leve inclinación de cabeza, dio media vuelta y salió de la oficina. Mientras su sueldo fuera constante y pagara con dadivosidad las «horas» extras, él era un fiel peón que siempre tenía respuestas y soluciones. ¤ Llegué a casa más temprano que otras veces, pero agotado mentalmente. —¡Papito! —C
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Capítulo 93: Buscando respuestas
GABRIEL SILVA A la mañana siguiente, cuando pude abrir los ojos, me encontré solo en la cama. ¿A dónde había ido Isabella? —¡Carajo! —exclamé furioso y golpeé en el colchón. ¿Qué me estaba ocultando? ¿Por qué se comportaba de esta manera cuando más feliz éramos? Había mujeres que después de obtener lo que querían, se aburrían y se iban. ¿Ese era el caso de Isabella? No lo podía creer. Cuando bajé al comedor me encontré a mis pequeños desayunando y Sara era ayudada por Guillermina. —¿Dónde está Isabella? —pregunté intentando ocultar mi molestia. —Salió temprano, señor —contestó Guillermina preocupada—. Yo llevaré a los niños a la escuela. —No, lo haré yo… —contesté furioso. ¤ El tiempo pasó en la oficina y cada segundo que marcaba el reloj de la pared se me clavaba como una aguja en el pecho. Me sentía traicionado y estúpido por no saber lo que pasaba con Isabella. Su cuerpo seguía respondiendo al mío, pero era como si su alma y su corazón ya no estuvieran en sintonía. Abrí
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Capítulo 94: ¿Cuánto tiempo planeabas mentirme?
GABRIEL SILVA Intenté controlar mis sentimientos, después de la explicación de María, mi corazón se reventó. No podía creerlo, no quería hacerlo. ¿Cómo podía escuchar que mi bello cisne me… dejaría? No podía con la idea, mucho menos con su decisión. ¿Por qué no me había dicho nada? ¡¿Por qué me estaba haciendo a un lado?!  De pronto estacioné el auto, no podía seguir manejando, estaba dolido, triste y por primera vez tuve miedo. Golpeé el volante antes de aferrarme a él y comenzar a llorar. No quería perder a Isabella, no sabía que haría sin ella. ¿Cómo podía verla a los ojos sin sentirme miserable y sin suplicarle que no me dejara, no ahora? ¿Cómo podría sobrevivir, cómo le explicaría a los niños? ¡No! ¡No! ¡NO! Renuente a llegar a la mansión, sin saber cómo controlarme frente a Isabella, pasé la noche en la casa que la vio crec
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Capítulo 95: En busca de una segunda opinión
ISABELLA RODRÍGUEZGabriel me escuchó con paciencia y en completo silencio, sin ser capaz de interrumpirme. Sabía que estaba tenso por como apretaba sus dientes, haciendo que sus mejillas se endurecieran. —No tienes por qué pasar por esto tú sola… «En la riqueza y en la pobreza, en la salud y la enfermedad», o eso es lo que se dice… ¿no? —Me ofreció mi anillo, el cual brillaba cuando la luz de la luna acariciaba el hermoso diamante.—Prométeme que cuidarás de los niños… Júrame que no los dejarás solos ni los apartarás de tu lado —pedí mientras tomaba el anillo entre mis dedos y lo veía con nostalgia. Representaba todo ese brillante futuro que nunca podría ser. &mdas
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Capítulo 96: Recuperando la confianza en sí misma
MARÍA MURILLO—No sé si esto es una buena o una pésima idea —dijo Yolanda mientras conducía—. La vida de Isabella está en juego, ¿estás consciente de eso?—Lo sé, por eso lo hago… —contesté revisando que tuviera todos los estudios en mis manos.—¡Claro! ¡Y te tuviste que esperar hasta el último momento! ¿No pudimos hacer esto antes? —preguntó iracunda.—¡Ya lo sé! ¡Me tardé!, pero estaba tan insegura. ¡Nunca había tenido que atender a alguien que en verdad me importara! —exclamé con la mandíbula temblorosa y tragando saliva. —Lle
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Capítulo 97: Un giro a la moneda
ISABELLA RODRÍGUEZ—No podemos seguir perdiendo más tiempo, se me hace una negligencia lo que está haciendo la doctora Murillo —dijo el doctor Ezequiel acercando los papeles para autorizar la quimioterapia. —Isabella, solo fírmalos y comencemos con esto —agregó Gabriel preocupado y ansioso.—No —contesté con la frente en alto y la mirada serena—. Confío en María.—No voy a permitir que tu confianza en ella te arrebate de mí —insistió Gabriel hincándose a mi lado—. Por favor, mi hermoso cisne, no me hagas esto. No soy suficientemente fuerte y valiente para vivir sin ti. Si te pierdo… no me siento capaz de tolerar el dolor. Leer más
Capítulo 98: Las buenas intenciones no borran el pasado
MARÍA MURILLOVer la cara de Isabella y Gabriel fue interesante, eran una revoltura entre sorpresa y horror. —¡¿Tú?! ¡¿Qué carajos haces aquí?! —exclamó Gabriel acercándose furioso a Daniel, pero este no parecía tener miedo. —Vine a ayudar a una vieja amiga —contestó Daniel con apatía, restándole importancia—. Si nos permite, señor Silva, tenemos que trabajar y estamos contra reloj.—¿Qué ocurre, doctora Murillo? ¿Se preocupó de mis amenazas y buscó refuerzos? Traer a Daniel no cambiará nada, incluso lo empeorará —insistió Gabriel dedicándome una mirada asesina que fue bloquea
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Capítulo 99: La donadora perfecta
GABRIEL SILVANunca nos damos cuenta de las repercusiones de nuestras acciones, menos como empresarios. Vemos los accidentes como si nuestros compradores fueran hormigas, pequeños y sin mucha importancia, o así solía ver al mundo cuando lo único que quería era ser poderoso. La vida me estaba dando una dura lección, de todos los que pudieron resultar afectados por mi negligencia, fue justamente Isabella quien se llevó la peor parte, la mujer a la que amo con devoción. Era complicado cuando no había mucho que hacer. Tenía poder, tenía dinero y éxito, pero no sabía cómo ayudarla. Daría todo por ella, pero no era suficiente, nada de lo que tenía en mis manos servía. —¿Puedo donar mi pulmón? &m
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Capítulo 100: Un hombre desconocido
GABRIEL SILVARevisaba las llamadas perdidas y los mensajes de Isabella, exigía saber donde me encontraba, tanto misterio la estaba molestando. Puse boca abajo mi teléfono y tomé de mi café mientras veía a lo lejos a Daniel, esperando pacientemente en la mesa lejos de la mía, entonces escuché ese taconeo tan característico que anunciaba la presencia del diablo disfrazado de mujer. Celeste se acercó dejando una estela de perfume dulce, sus cabellos se balanceaban con gracia y usaba un vestido rojo que se ceñía a su cuerpo. Me sorprendía que sola y sin un trabajo pudiera darse el lujo de lucir como una mujer adinerada.Se sentó junto a Daniel y lo vio con malicia disfrazada de coquetería, acariciaba su mano y se le repegaba llenán
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