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53 chapters
CAPÍTULO 49 LOS PRESENTIMIENTOS JAMÁS SE EQUIVOCAN
  —¿Qué quieres decir con extraño? — inquirió Ramona mientras hablaba con Milen por Teléfono. — Ha estado muy insistente con que busque una universidad en otro país— declaró con recelo. — Para ser sincera concuerdo con él — Ramona parecía medir sus palabras — Creo que está demostrando su amor, de una forma poco común; pero lo hace. Quiere que disfrutes cada etapa de tu vida — aseguró Ramona. — Puedo hacerlo con él a mi lado — alegó Milen. — Deberías hacerle caso, por lo menos así sabrás que lo intentaste y él se tranquilizará — aconsejo Ramona. — Eso estoy haciendo. Me encuentro en el aeropuerto esperando el vuelo a Italia — una sensaci&oacu
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CAPÍTULO 50 AMARTE FUE UN JUEGO PERDIDO
CAPÍTULO 50AMARTE FUE UN JUEGO PERDIDO—¿Itzam? — lo llamó cuando su voz se dignó a salir de sus labios. Este la escuchó claramente; aun así, decidió ignorarla y como si un interruptor se encendiera en él, afianzó sus caricias en Emilia. Milen no lo soportó, corrió hacia ellos presa de la ira, agarró a Emilia por los cabellos con tanta fuerza que de un solo movimiento se la quitó a Itzam de encima y la lanzó a un lado. — ¿Qué mierdas estás haciendo? — exclamó con los ojos llenos de lágrimas. &m
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EPÍLOGO
Los días nublados eran normales en Bowen Island en Vancouver, sin embargo, aquella tarde en particular, una densa neblina descendió sobre el lugar provocando sensaciones, temor, frío y soledad. Zaira Duhé miró por la ventana, la impresión de que algo acechaba allá afuera le erizaba los cabellos de la nuca. Continuó preparando su café; era su costumbre tomar una taza de café bien caliente durante las tardes para apaciguar sus pensamientos. Con la taza humeante entre sus manos se dirigió a la mecedora frente a la chimenea. El crepitar del fuego y sus pasos eran los únicos sonidos que llenaban la habitación hasta que unos golpes en la puerta se dejaron escuchar. — Ese Tim, ya le he dicho que no salga cuando la niebla está así, un día de estos va a terminar perdiéndose. Viejo terco — se quejó Zaira. Dejó su taza de café sobre la repisa de la chimenea y fue a abrir la puerta dispuesta a darle una fuerte reprimenda a su viejo conocido y lo más cercano que tenía a un amigo. Tim. — Estás l
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