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Todos los capítulos de BEBÉ POR ENCARGO: Capítulo 81 - Capítulo 90
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CAPÍTULO 81. Una oportunidad para pelear
No había nada que le importara más que ella. No había nada que hiciera a Nate más feliz que estar a su lado, aunque ciertamente contarle todas las cosas que habían pasado los últimos meses era un cúmulo de amargos recuerdos para él.—No puedo creer que Adaline haya hecho todo eso —murmuró Blair mirando al techo con cansancio.Sentía el cuerpo grande y pesado de Nate hundiendo el colchón a su lado y rodeándola con sus brazos mientras le contaba todo aquello.—Créeme que yo tampoco, jamás podrá caberme en la cabeza cómo la mujer que me crio se convirtió en una asesina... O si es que siempre lo fue. —Pasó saliva mientras su corazón se hundía un poco, pero la respiración suave de aquella mujer contra su cuello era una de las pocas cosas en el mundo que podía aliviar esa carga.—Tu padre debe estar devastado, realmente me da mucha pena con él, Nate —le dijo ella.—Pues, si te soy honesto, no lo sé, el viejo no habla con nadie... O sí, la verdad es que sí habla, pero no con nosotros —sonrió
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CAPÍTULO 82. Un as bajo la mangqa
Sienna estaba que echaba fuego por los ojos, pero las dos personas frente a ella solo la miraban con desprecio y con odio.—¿Ustedes quiénes se creen, eh? —bramó con aquella impotencia que siempre había tenido atorada.Aunque nadie lo supiera, ella podía haber nacido con un estatus muy diferente. Ella podía haber sido una Vanderwood, pero en lugar de eso había tenido que conformarse con lo siguiente mejorcito que su madre había encontrado. Y al final resultaba que su padre las había dejado con más deudas que dinero.—¿Se creen que son superiores a mí? ¿Eh? Tú, porque naciste en una cuna de oro —le escupió a Nate—. Y tú, ¿porque te follas al que nació en una cuna de oro? ¡Porque a mí no se me olvida que tú eres una arrastrada...!— ¡Ya basta, Sienna, basta! —exclamó Nate con rabia—. ¡Ni siquiera te permito dirigirte así a mi esposa!—Déjala —lo interrumpió Blair, alcanzando su mano y entrelazando los dedos con los suyos—. ¿No te das cuenta de que no conoce otra forma? Sí, quizás yo fue
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CAPÍTULO 83. Cuésteme lo que me cueste
Aquellas palabras retumbaron como un eco en la cabeza de Nate:"¿De dónde carajos está sacando Sienna tanto dinero como para contratar a un abogado así?"—De donde mismo sacó dinero para pagar por un equipo de vigilancia profesional —replicó Nate recordando que, a pesar de haber hackeado su teléfono, jamás habían podido averiguar de dónde Sienna y su madre estaban sacando dinero para contratar los servicios de aquel tipo de gente—. Hay alguien más en todo esto. ¡Dios, no puedo creerlo, pero eso es seguro, hay alguien más en todo esto que las ha estado apoyando, y después de lo que pasó el día de mi boda falsa creímos que era mamá!Matt lo miró aturdido y de repente se llevó las dos manos a la cabeza.—Ahora no puede hacerlo, ¿con qué lo haría? Mamá está en la cárcel, Nate, está esperando su propio juicio —Matt respiró profundo para luego apretar los labios y decirle aquello que había estado guardándose durante algunos meses—. Ha estado llamándome...—¿Qué? ¿Mamá ha estado llamándote?
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CAPÍTULO 84. Una historia sórdida
Nate tuvo que apretar los puños en un intento que no iba a hacer mucho efecto en controlarlo. No podía creer que aquel infeliz estuviera diciéndole todo aquello, especialmente retándolo de esa forma. Pero estaba dispuesto a seguirle aquel sórdido juego y permitirle la amenaza porque tenía que saber hasta dónde era capaz de llegar.—¿Y qué te parece si me dices qué es lo que piensas hacer para obtener ese puesto que tanto deseas en esta compañía? —le espetó con rabia, pero Lloyd le regaló una sonrisa socarrona.—¡Abrir mi boca, eso es lo único que tengo que hacer! —replicó el viejo—. Lo único que tengo que hacer es soltar la lengua y esa parte de la fortuna Vanderwood que mi hermano te dejó desaparecerá para ti en un solo instante. ¿O crees que esos a los que llamas “hermanos” van a permitir que un tipo que ni siquiera es hijo biológico de Rufus se quede con una parte de su herencia?Nate dio dos pasos hacia él, listo para partirle la cara justo como se merecía, pero Lloyd lo enfrentó
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CAPÍTULO 85. Entre la espada y la pared
El mundo era un lugar oscuro para Nate Vanderwood, como si de repente se hubiera hecho de noche aunque solo fueran las cinco de la tarde. Condujo a cada y aunque juraba que era cuidadoso, la verdad era que su cerebro estaba tan embotado que ni siquiera lograba recordar qué ruta había seguido o cómo había llegado.Atravesó el salón principal y sus ojos solo buscaron a su esposa con desesperación, al punto de que la señora Margo le salió al paso y de la boca de Nate salió una única palabra:—¿Blair?—Está en su habitación, hijo. ¿Estás bien…?Nate hizo un gesto de afirmación que la señora no se creyó en absoluto y subió las escaleras de dos en dos hasta su habitación, donde Blair estaba acurrucada entre los edredones leyendo un libro.Bastó un solo segundo para que sus ojos se cruzaran con los de Nate para que supiera que algo iba terriblemente mal. Ya conocía aquella mirada perdida y sobre todo conocía las oscuras reacciones que salían de aquel hombre cuando entraba en aquel estado de
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CAPÍTULO 86. Confía en tu familia
Blair sentía los cálidos dedos de Nate recorriendo su columna vertebral mientras la desnudaba lentamente, poco a poco, como si quisiera perderse en aquella tentación.Cada uno de sus movimientos era suave y controlado, pero eso no evitó que su respiración se entrecortara cuando él alcanzó cada extremo de sus bragas y la deslizó por sus piernas, besando cada centímetro de piel que descubría. —Eres tan hermosa —susurró contra sus pechos, sintiendo cómo aquellos pequeños pezones se endurecían bajo su lengua.—Te extrañé mucho —sonrió Blair conteniendo un gemido de gusto, y un instante después sentía el calor de su piel desnuda contra la suya.Sus besos eran deliciosos y sus lenguas bailaban a un ritmo ninguno de los dos había olvidado. Los labios de Nate le recorrieron la clavícula, subiendo por la curva de la garganta hasta el lóbulo de su oreja; empujándola hacia atrás y llevándola con él mientras Blair sentía el peso de su cuerpo sobre ella.Era imposible, no estremecerse, disfrutarl
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CAPÍTULO 87. Un hombre decidido
Sobra decir que Rufus Vanderwood había pasado por mucho en su vida, desde grandes amores hasta grandes decepciones, pero pocos eran quienes había tenido que afrontar una realidad tan difícil como la de querer ser asesinado por la misma mujer con la que había compartido toda su vida.Quizás por eso ahora valoraba más a las personas, quizás por eso cosas que antes consideraba importantes habían dejado de serlo para él, y simplemente había aceptado lo mejor de lo que ahora tenía.Por cuestiones de seguridad vivía con Nate, porque la hacienda era demasiado grande y sus hijos no querían que nadie supiera todavía que estaba vivo; y por cuestiones de cariño dedicaba todo su tiempo a sus nietos.Así que en eso estaba, consintiendo a Nathalie y a Brasen, cuando vio la silla de Blair llegar junto a él. Y aquella expresión de preocupación y tristeza en la muchacha no le pasó desapercibida.—No pienses en esto, solo serán unas pocas semanas, quizás mucho menos —intentó animarla—. Pero hija, vas a
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CAPÍTULO 88. Un hombre desesperado
Todo estaba preparado, absolutamente todo. Nate estaba tan nervioso como si en lugar de celebrar un aniversario, fuera a pedirle matrimonio de nuevo, pero esta vez en serio, con los nervios, el amor y la expectación de que aquella mujer compartiera el resto de su vida con él.La amaba. La amaba con todo su corazón y lo único que quería era hacerla feliz.Así que se apresuró a dejar todo listo en casa y volvió a la clínica para buscarla. Se sentó en la pequeña sala de espera y aguardó con impaciencia, pensando que quizás Steven aún la entretenía para que él pudiera terminar.Pero media hora después, Nate miró su reloj con impaciencia y algo que no supo explicar, un presentimiento extraño, se adueñó de él. Tocó con fuerza a la puerta de la sala de rehabilitación y se le hizo de repente demasiado silenciosa.—¿Steven? ¿Blair? —preguntó, y cuando no obtuvo respuesta, pensó que quizás habían ido a hacer ejercicios a alguna de las otras salas.Sin embargo, para asegurarse, empujó la puerta
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CAPÍTULO 89. La mujer de su vida
La tensión era palpable en el ambiente. Pero si para otros los principales sentimientos eran de preocupación y miedo, para Nate solo eran de rabia e impotencia. No podía creer que después de tantos meses de pelear por Blair, aquel infeliz de Lloyd Vanderwood se hubiera atrevido a llevársela de su lado.—¡Es que lo voy a matar! ¡Juro que lo mato! —bramó mientras caminaba de un lado a otro de su despacho y miraba al detective—. Así que si usted lo encuentra primero que yo, procure quitármelo del camino o de lo contrario, al que va a tener que arrestar es a mí.—Por favor, señor Vanderwood, cálmese. Estamos cotejando todas las direcciones y las cámaras de tráfico, y le aseguro que no vamos a demorar mucho en encontrarla.—Pero ¿no debería haber llamado ya? —preguntó impaciente—. ¡Han pasado más de tres horas! ¿Y si esto no es un secuestro? ¿Y si solo quiere lastimarla?Pero antes de que el detective pudiera decir una sola palabra para tranquilizarlo, el celular de Nate comenzó a sonar, y
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CAPÍTULO 90. Dime que sí
No había experiencia más feliz que la de ver sonreír a Blair. Aunque de momento Nate tenía otra satisfacción y era la de ver cómo se llevaban esposado a Lloyd en aquella patrulla.—No se preocupe, señor Vanderwood —le dijo el detective—. Mañana mismo le paso los datos del caso al fiscal, y le garantizo que su tío va a pasar el resto de su vida en la cárcel, porque hay sobrada evidencia de este secuestro que él mismo dejó.—Le aconsejo que tenga cuidado con su fianza, detective —sentenció Matt—. Lloyd va a tratar de escapar si logra poner un solo pie en la calle.Y atendiendo a ese consejo y a los recursos disponibles de Lloyd, el juez tuvo la asertividad de imponer una fianza millonaria, de modo que el viejo no tuviera más remedio que esperar por su juicio en la cárcel.Nate abrazó a Blair y se la llevó a casa de inmediato, donde aquella familia la esperaba con alivio y emoción, y aunque ciertamente los tropiezos estaban lejos de terminar para ellos, era imposible no darse cuenta de q
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