CAPÍTULO 54. Un contrato
Nadie era siquiera capaz de describir la preocupación y la incertidumbre que se hacían una maraña en el cerebro de Nate Vanderwood; pero lo único que lograba darle cierta paz era estar en aquel lugar: sentado junto a Blair, en la alfombra frente a la chimenea, jugando con su hija.Faltaba una semana para Navidad, y él había preferido lanzar su teléfono en medio de la nieve para que nadie pudiera localizarlo, que irse de allí.Ranger estaba más vigilante que de costumbre, pero por suerte él se había asegurado muy bien de que no lo siguieran; y el resto de la tropa, que también eran bastante inteligentes, habían llegado sin mayor percance.Por suerte las cabañas eran suficientes para todos, aunque muy pronto se dieron cuenta de que los chicos tenían planeado celebrar una Navidad anticipada, y la señora Margo estuvo feliz por hacerse cargo de aquellas seis bestias hambrientas.Blair y Nathalie pasaron por el abrazo de todos los hermanos Vanderwood y Asher fue el último, que se inclinó fr
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