Dos años despues. Evana daba pecho a Natalia, Bennett había dejado el pecho unos días antes, y ahora solo quería tomar biberón, mientras las pequeñas niñas, aún tomaban su pecho. Evana arrullaba a la niña, que, mirando sus ojos, iba quedándose dormida, hasta que, por fin, saciada, pudo recostarla en la cuna. Eran tres cunas pegadas, ella puso la tenue luz, los miró, dormían con tanta paz, Evana sonrió, deseó que siempre durmieran así, toda la vida, pero supo que solo el destino y Dios podría decidirlo. Ella volvió a la cama, su esposo estaba ahí, dormido. Evana fue y se dio una ducha, cuando de pronto, sintió sus manos calientes, abrazarla. —¿Estás muy cansada amor? Ella sonrió al verlo, negó, —Para tener ganas de amarte, nunca estoy cansada. Él sonrió satisfecho, besó sus labios con pasión, el agua tibia corría por sus cuerpos, mientras el beso apremiaba, él la giró de espaldas, besó su cuello, sus hombros, y su espalda. Sus manos acariciaron con toda suavidad sus pechos, po
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