Unas horas más tarde.Vittorio entró en el despacho con un vaso de vino en la mano. Conmocionado, encontró a Vivienne sentada en el suelo con varias cartas antiguas esparcidas por la alfombra, mientras ella lloraba desconsolada.- ¡Dio Mio! - dijo corriendo hacia ella y cogiéndola en brazos. - Principessa, ¿qué te pasa? - le preguntó, rodeándole la cara con las manos mientras intentaba secarle las lágrimas.Vivienne no pudo responder, se limitó a sollozar desconsoladamente. Vittorio nunca la había visto llorar así. Era probable que nunca la hubiera visto llorar. La abogada siempre estaba controlada y no mostraba emociones así. Vittorio, aún perplejo, abrazó a Vivienne con ternura, intentando comprender qué la había llevado a aquel estado de sufrimiento. Miró las cartas dispersas, cada una de las cuales contaba una historia del pasado que ahora le resultaba dolorosa.- Principessa, por favor, cuénteme qué ha pasado. - insistió Vittorio, mirándola a los ojos con auténtica preocupación.
Leer más