Cuando el avión aterriza en la Toscana, Vivienne se da cuenta de que no están en Florencia como esperaba. El aeropuerto privado parece pequeño y, desde la ventanilla del avión, había divisado una pequeña ciudad que crecía alrededor de una gigantesca bodega cerca de la playa.
Nada más bajar del avión, dos coches les esperan. Un Jeep negro en el que imaginó que Enzo iría con las maletas y un Lamborghini negro descapotable modificado de cuatro plazas.Vittorio la guió hasta el Lamborghini, abriendo la puerta para ella y Nicola, que se sentó en el asiento trasero y se puso el cinturón de seguridad.Mientras conducían por las carreteras que atravesaban los viñedos de los alrededores, Vivienne sintió una extraña opresión en el pecho cuando su memoria empezó a funcionar, rememorando una época que había pasado hacía
Viv sintió una extraña sensación al estar cerca de Francesca. Un sentimiento de nostalgia la invadió mientras caminaba junto a Vittorio por la casa.Se dio cuenta de lo agradable y cariñosa que era su madre con todo el mundo, incluidos los criados que paseaban por la casa todo el tiempo.- Tu madre es muy guapa. - comentó en voz baja a Vittorio.El hombre sonrió y besó el pelo de Viv mientras la abrazaba.- Sí que lo es. Es la mujer más hermosa de toda Italia. - Contestó con orgullo. - ¿Nunca se casó después de tu padre? - Preguntó con curiosidad, viendo a Francesca justo delante con Nicola.- No le faltaban pretendientes. Pero ella no quería casarse y creo que en parte es culpa mía. - confesó Vittorio en voz baja.- ¿Qué quieres decir? ¿Tu culpa? - preguntó ella sin comprender.- Bueno, después de la muerte de mi padre, dedicó toda su vida a mí y a llevar el negocio familiar. Yo era entonces un adolescente, lleno de rebeldía y desafíos. Creo que se preocupaba tanto por mí que no que
Vivienne regresa a la mansión y es conducida por Vittorio a la habitación donde iba a pasar esos días con él. La dejó sola y Viv aprovechó para darse un largo baño tras el viaje. Las paredes estaban cubiertas de una paleta de colores suaves, inspirados en las ricas tonalidades de los viñedos de los alrededores. Los suelos de madera pulida contribuían a la sensación de calidez y confort, mientras que los muebles, cuidadosamente seleccionados y hechos a mano, acentuaban la sofisticación de la habitación.La cama king-size, con suaves sábanas y lujosos edredones, era el centro de atención de la habitación. Su cabecero tapizado invitaba a momentos de relajación, mientras que los grandes ventanales ofrecían impresionantes vistas de los viñedos y las colinas que se extendían hasta donde alcanzaba la vista.Una delicada araña de cristal sujeta al techo iluminaba suavemente el espacio, proporcionando una atmósfera romántica y serena. El mobiliario incluía un cómodo sillón, perfecto para sabo
La experiencia de sumergirse en las actividades cotidianas de la comunidad, como preparar comidas desde cero con las demás mujeres, proporcionó a Vivienne una rica visión de la vida sencilla que reinaba en aquel lugar. Desde el primer momento, se vio inmersa en una rutina que contrastaba vivamente con la lujosa vida urbana a la que estaba acostumbrada.Mientras ayudaba a poner las mesas y distribuía los platos, Vivienne se dio cuenta de que, por primera vez, estaba realmente conectada con el ciclo básico de la vida. Las animadas conversaciones y el calor humano que la rodeaban empezaron a disipar las barreras que el dinero y la posición social solían crear. Aprendía a apreciar las pequeñas alegrías de la sencillez.Sin embargo, este nuevo viaje no estaba exento de dificultades. Cuando una de las mujeres pasó con un guiso de pescado, el aroma que llegó a las fosas nasales de Vivienne desenca
Sus labios rozaron los suyos, tan llenos de amor y pasión que ella no pudo apartarse ni pensar que la estaba besando delante de todos.Cuando abrió los ojos, sonrió al encontrar su cálida mirada sobre ella, abrazándola por la cintura.- Estás completamente loco. - Dijo mientras lo miraba fijamente, sintiendo como su mano acariciaba su rubio cabello ante la mirada de la gente que la rodeaba.- Sí, Principessa. - Contestó él. - Completamente loco por ti.Viv sonrió. Aquel hombre tenía el poder de volverla loca y, al mismo tiempo, perdidamente enamorada.- Vamos a comer, que ya es hora. - dijo Vittorio, cogiéndola de la mano y llevando a Vivienne a la mesa.Se sentaron uno junto al otro, con Francesca junto a Vittorio y Nicola junto a Vivienne. Pero ella se sorprendió al ver que los camareros también estaban sentados en la misma mesa.Sirvie
Francesca la miró con cuidado y cariño, dándose cuenta de lo confusa que estaba Vivienne.- Ven, siéntate aquí conmigo. - Le pidió, indicándole un banco de piedra en medio de las parras.Vivienne la siguió, tomando asiento junto a Francesca, pero manteniendo una sutil distancia.- ¿Puedes explicarme qué está pasando? - preguntó Viv. - ¿A qué viene todo esto? ¿Cómo conociste a mi abuelo? - preguntó ella, visiblemente confusa y estresada.La italiana respiró hondo y apoyó la mano en la de Vivienne.- Conocí a tu abuelo hace muchos años, Vivienne. Estaba a punto de casarme con el padre de Vittorio. - Francesca empezó a explicarse. - Ricardo era un hombre maravilloso y yo era muy joven. - Ella sonrió. - Te trajo aquí varias veces. Te recuerdo correteando por ahí con tu pelo rubio y un lazo azul en él.Vivienne se relajó un poco.- Continúa. - Preguntó ella.- Richard me cuidó cuando murió mi marido. Me cuidó durante años y me ayudó a cuidar de estas tierras y de la herencia de Vittorio. -
Francesca miró a Vivienne con una mezcla de desconcierto y curiosidad, sosteniendo el anillo entre los dedos como si fuera la pieza de un rompecabezas perdido hacía mucho tiempo.- Te lo regaló mi abuelo. Así que te pertenece. - responde Viv, volviendo a sentarse en el banco de piedra, con los ojos reflejando un torbellino de emociones. El ambiente a su alrededor pareció palpitar con la revelación, y el viñedo fue testigo de otro giro en la historia de la familia.Francesca, por su parte, se acomodó junto a Vivienne, dispuesta a comprender y compartir las respuestas que podrían unir los hilos sueltos de sus pasados entrelazados.- Siento curiosidad. - comentó Francesca, observando atentamente a Vivienne. La luz dorada del crepúsculo resaltaba las expresiones de sus rostros, revelando la tensión y la curiosidad que impregnaban el momento.- ¿Sobre qué? - pregunt&oac
Unas horas más tarde.Vittorio entró en el despacho con un vaso de vino en la mano. Conmocionado, encontró a Vivienne sentada en el suelo con varias cartas antiguas esparcidas por la alfombra, mientras ella lloraba desconsolada.- ¡Dio Mio! - dijo corriendo hacia ella y cogiéndola en brazos. - Principessa, ¿qué te pasa? - le preguntó, rodeándole la cara con las manos mientras intentaba secarle las lágrimas.Vivienne no pudo responder, se limitó a sollozar desconsoladamente. Vittorio nunca la había visto llorar así. Era probable que nunca la hubiera visto llorar. La abogada siempre estaba controlada y no mostraba emociones así. Vittorio, aún perplejo, abrazó a Vivienne con ternura, intentando comprender qué la había llevado a aquel estado de sufrimiento. Miró las cartas dispersas, cada una de las cuales contaba una historia del pasado que ahora le resultaba dolorosa.- Principessa, por favor, cuénteme qué ha pasado. - insistió Vittorio, mirándola a los ojos con auténtica preocupación.
Vivienne se limpia los labios, respirando con dificultad por el olor a vómito que flota en el aire.- No sé, desde ayer, supongo. - responde inocentemente. - Mi vida es cada vez más caótica y eso siempre me afecta al estómago.Francesca la mira, analizando las palabras de su nuera.- ¿Tú también te hartas de los sabores? - pregunta con curiosidad la italiana.- Sí. - responde Viv. - Me harté del perfume de Enzo y del olor de ese pescado en la comida.La rubia se lleva la mano a la boca, sintiendo que le vuelve la bilis e intentando no volver a vomitar.Francesca la ayudó a levantarse, llevando a Vivienne al sofá y sentándola. La italiana cogió un vaso de agua y se lo dio a Vivienne.Viv la miró, recelosa de la mirada que Francesca le dirigía y, sobre todo, de aquella sonrisa maternal que dejó escapar.- ¿Qué insinúas? - preguntó la rubia con aún más suspicacia.La italiana se sentó al lado de la rubia y suspiró antes de contestar, manteniendo una mirada tranquila.- Cariño, no estoy i