Sus labios rozaron los suyos, tan llenos de amor y pasión que ella no pudo apartarse ni pensar que la estaba besando delante de todos.
Cuando abrió los ojos, sonrió al encontrar su cálida mirada sobre ella, abrazándola por la cintura.- Estás completamente loco. - Dijo mientras lo miraba fijamente, sintiendo como su mano acariciaba su rubio cabello ante la mirada de la gente que la rodeaba.- Sí, Principessa. - Contestó él. - Completamente loco por ti.Viv sonrió. Aquel hombre tenía el poder de volverla loca y, al mismo tiempo, perdidamente enamorada.
- Vamos a comer, que ya es hora. - dijo Vittorio, cogiéndola de la mano y llevando a Vivienne a la mesa.Se sentaron uno junto al otro, con Francesca junto a Vittorio y Nicola junto a Vivienne. Pero ella se sorprendió al ver que los camareros también estaban sentados en la misma mesa. SirvieFrancesca la miró con cuidado y cariño, dándose cuenta de lo confusa que estaba Vivienne.- Ven, siéntate aquí conmigo. - Le pidió, indicándole un banco de piedra en medio de las parras.Vivienne la siguió, tomando asiento junto a Francesca, pero manteniendo una sutil distancia.- ¿Puedes explicarme qué está pasando? - preguntó Viv. - ¿A qué viene todo esto? ¿Cómo conociste a mi abuelo? - preguntó ella, visiblemente confusa y estresada.La italiana respiró hondo y apoyó la mano en la de Vivienne.- Conocí a tu abuelo hace muchos años, Vivienne. Estaba a punto de casarme con el padre de Vittorio. - Francesca empezó a explicarse. - Ricardo era un hombre maravilloso y yo era muy joven. - Ella sonrió. - Te trajo aquí varias veces. Te recuerdo correteando por ahí con tu pelo rubio y un lazo azul en él.Vivienne se relajó un poco.- Continúa. - Preguntó ella.- Richard me cuidó cuando murió mi marido. Me cuidó durante años y me ayudó a cuidar de estas tierras y de la herencia de Vittorio. -
Francesca miró a Vivienne con una mezcla de desconcierto y curiosidad, sosteniendo el anillo entre los dedos como si fuera la pieza de un rompecabezas perdido hacía mucho tiempo.- Te lo regaló mi abuelo. Así que te pertenece. - responde Viv, volviendo a sentarse en el banco de piedra, con los ojos reflejando un torbellino de emociones. El ambiente a su alrededor pareció palpitar con la revelación, y el viñedo fue testigo de otro giro en la historia de la familia.Francesca, por su parte, se acomodó junto a Vivienne, dispuesta a comprender y compartir las respuestas que podrían unir los hilos sueltos de sus pasados entrelazados.- Siento curiosidad. - comentó Francesca, observando atentamente a Vivienne. La luz dorada del crepúsculo resaltaba las expresiones de sus rostros, revelando la tensión y la curiosidad que impregnaban el momento.- ¿Sobre qué? - pregunt&oac
Unas horas más tarde.Vittorio entró en el despacho con un vaso de vino en la mano. Conmocionado, encontró a Vivienne sentada en el suelo con varias cartas antiguas esparcidas por la alfombra, mientras ella lloraba desconsolada.- ¡Dio Mio! - dijo corriendo hacia ella y cogiéndola en brazos. - Principessa, ¿qué te pasa? - le preguntó, rodeándole la cara con las manos mientras intentaba secarle las lágrimas.Vivienne no pudo responder, se limitó a sollozar desconsoladamente. Vittorio nunca la había visto llorar así. Era probable que nunca la hubiera visto llorar. La abogada siempre estaba controlada y no mostraba emociones así. Vittorio, aún perplejo, abrazó a Vivienne con ternura, intentando comprender qué la había llevado a aquel estado de sufrimiento. Miró las cartas dispersas, cada una de las cuales contaba una historia del pasado que ahora le resultaba dolorosa.- Principessa, por favor, cuénteme qué ha pasado. - insistió Vittorio, mirándola a los ojos con auténtica preocupación.
Vivienne se limpia los labios, respirando con dificultad por el olor a vómito que flota en el aire.- No sé, desde ayer, supongo. - responde inocentemente. - Mi vida es cada vez más caótica y eso siempre me afecta al estómago.Francesca la mira, analizando las palabras de su nuera.- ¿Tú también te hartas de los sabores? - pregunta con curiosidad la italiana.- Sí. - responde Viv. - Me harté del perfume de Enzo y del olor de ese pescado en la comida.La rubia se lleva la mano a la boca, sintiendo que le vuelve la bilis e intentando no volver a vomitar.Francesca la ayudó a levantarse, llevando a Vivienne al sofá y sentándola. La italiana cogió un vaso de agua y se lo dio a Vivienne.Viv la miró, recelosa de la mirada que Francesca le dirigía y, sobre todo, de aquella sonrisa maternal que dejó escapar.- ¿Qué insinúas? - preguntó la rubia con aún más suspicacia.La italiana se sentó al lado de la rubia y suspiró antes de contestar, manteniendo una mirada tranquila.- Cariño, no estoy i
Las dos líneas eran rojas y claras en las cuatro pruebas de embarazo.Vivienne estaba embarazada y una de las pruebas mostraba su estado.Estaba de ocho semanas. Lo que dejaba claro que el padre nunca fue, gracias a Dios, Matthew. El padre era definitivamente Vittorio.Hacía poco más de dos meses que había conocido al italiano en Mónaco y había pasado una semana con él practicando sexo todos los días sin preocuparse de las consecuencias.Y cuando Vittorio vino a buscarla a Nueva York, tuvieron relaciones sexuales varias veces más.Se quedó embarazada en Mónaco. Ya estaba embarazada cuando lo dejó en Niza y volvió a casa.Estaba embarazada de Vittorio y ahora Francesca, su madre, lo sabía y parecía radiante y preocupada al mismo tiempo mientras miraba las pruebas positivas sobre la mesa.Cuando Francesca vio la duración
Vittorio se quedó de pie, mirando fijamente a Vivienne a los ojos, como si pudiera descifrar todos los pensamientos que rondaban su mente en aquel momento. El ambiente que les rodeaba estaba cargado de una expectación palpable, como si el futuro se desplegara ante ellos de forma impredecible.- Independientemente del tiempo que tarde, lo que de verdad importa es que este bebé es una verdadera bendición, un regalo del destino que nos ha unido de una forma única. - proclamó Vittorio con convicción, apoyando suavemente la mano en el vientre de Vivienne.Un escalofrío le recorrió la espalda al sentir su cálido contacto. La realidad de la situación empezó a asentarse y una sensación de calma fue sustituyendo a la agitación inicial.- Sólo quiero que sepas que no estás sola en esto. Somos un equipo, Principessa, y afrontaremos todos los retos juntos. - Vittorio continuó, sus ojos transmitían un profundo compromiso.Vivienne asintió, agradecida por la comprensión y el apoyo que le ofrecía. A
La mañana siguiente amaneció suave en casa de los Gotti. Vittorio, con una amable sonrisa, preparó cuidadosamente una bandeja de desayuno con cruasanes frescos, fruta jugosa y el tentador aroma del café recién hecho. Con el tacto de quien desea mimar, llevó la bandeja al dormitorio donde descansaba Vivienne.- Buenos días, Principessa. Espero que tenga hambre. - dijo Vittorio, entrando en la habitación con la bandeja adornada.Vivienne, aún acomodándose en las almohadas, sonrió ante el gesto cariñoso de Vittorio. La mañana parecía adquirir un brillo especial bajo la suave luz que inundaba la habitación.- Buenos días, Vittorio. Esto es maravilloso, gracias. - Le dio las gracias, sintiéndose realmente bendecida por su generosidad y atención.Mientras compartían el desayu
El tranquilo ambiente de la casa de los Gotti se vio momentáneamente interrumpido por el insistente sonido del teléfono. Vivienne, que disfrutaba de un café vespertino en compañía de Francesca, frunció el ceño al contestar la llamada. Era Angelica, su antigua secretaria del antiguo despacho de su abuelo, y la tensión era evidente en su voz.- Vivienne, necesitaba hablar contigo. Paul Barker se está moviendo entre bastidores, intentando apoderarse de la oficina por completo. Y lo peor es que Matthew también está involucrado.Vivienne sujetó su taza con fuerza, con la preocupación nublándole los ojos.- ¿Qué están planeando, Angélica?El ex secretario dudó un momento antes de revelar la gravedad de la situación.- Descubrí unos archivos