—No bajaste a cenar, ¿sucede algo?Levanté mi mirada hacia él. Estaba en el umbral de nuestra habitación, recostado en el marco de la puerta, con las piernas cruzadas y los brazos doblados sobre su pecho, completamente limpio. No quedaba rastro de los acontecimientos de horas atrás, ninguna mancha de sangre, nada que delatara lo que había sucedido.Si no lo conociera, podría haberlo visto en cualquier lugar y jamás habría sospechado que acababa de arrebatar una vida. No obstante, bastaba con observar su mirada, esa mirada sombría que siempre parecía absorberte y que, por extraño que pareciera, ya no me asustaba tanto; en cambio, comenzaba a parecerme casi acogedora.—Aparte de que mataste a mi ex enfrente de mí y luego tuvimos sexo al lado de su cadáver, no, todo está en orden —respondí con sarcasmo.Él suspiró y se aproximó.—Eso no es lo único, ¿qué te preocupa?Maldito, ¿por qué tenía que ser tan perspicaz?—Estoy asustada —asintió, mientras se sentaba al borde de la cama—. Debería
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