Entré a la casa y mis papás aún no se habían ido a dormir, ambos estaban esperándome.Al verme entrar con aspecto agotado, mi mamá rápidamente tomó mi bolso y luego me preguntó: —¿Por qué llegas tan tarde? ¿Ya cenaste? ¿Por qué luces tan mal?—No he cenado aún, mamá. ¡Tengo hambre!— Terminé la frase y de repente sentí ganas de llorar. Los niños con mamá son afortunados, no importa cuán grande seas, mientras tengas a tu madre a tu lado, sigues siendo un niño.—Bien, ¡ahora mismo te preparo algo para comer!— Con el corazón apesadumbrado, dejó mi bolso en su lugar y corrió a la cocina a cocinar.—Papá, voy a cambiarme de ropa.Dicho esto, subí las escaleras. En realidad, extrañaba a mi propia hija, así que fui directamente al cuarto de Dulcita. Vi cómo dormía plácidamente, sus piernas regordetas asomaban fuera de las sábanas. Sonreí y cubrí sus piernas con la manta.Ella se volteó, su manita instintivamente agarró mi camisa. Como si hubiera notado algo, abrió sus grandes ojos soñolientos
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