Capítulo 244 Una Declaración Tardía
Cuando llegué a la fila de plantas verdes, ya no había nada allí.

Permanecí en ese lugar, atónita. Aunque no había nada, no dudé en absoluto de que fue una ilusión.

Después de un rato, no sé cuándo, Teo se paró a mi lado y me dijo: —¿Quieres que te acompañe a dar un paseo?

Miré hacia arriba para ver su rostro, y él sonrió de manera comprensiva. Me sentí un poco mal, así que asentí y le dije: —Está bien.

Caminamos juntos por el patio, y él nunca me hizo sentir incómoda. Ni siquiera preguntó por qué salí corriendo de repente.

Me habló de nuestras experiencias escolares, y de repente le pregunté: —Teo, ¿por qué no puedo recordar cosas de cuando era pequeña?

—¿Te refieres a qué período? Si lo vivimos juntos, seguro que puedo ayudarte a recordar— dijo sonriendo.

Negué con la cabeza y le dije: —Me refiero a cuando era muy pequeña. Pero puedo recordar todo lo que vivimos juntos. Recuerdo que te conocí por primera vez en el despacho de la profesora Castro, cuando mi papá le pidió que me diera
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