—¿Tú...?—Rápido, firma con mi nombre —Fabiola pausó. —Si no firmas, llamaré a la tienda de jade ahora mismo, ¡para las grabaciones de vigilancia!Joana apretó el bolígrafo en su mano, mirando a Fabiola con odio, y dijo entre dientes: —Está bien, firmaré, firmaré.Viéndola firmar con humillación su propio nombre, Fabiola finalmente satisfecha dijo a Patricia: —Patricia, vámonos.Patricia alegremente respondió, y al pasar por el lado de Joana, dijo intencionalmente: —Gracias por tu generosidad, señorita Herrera.Joana, furiosa, tiró el bolígrafo al suelo.Al salir de la casa de subastas, Patricia, con orgullo y satisfacción, tomó el brazo de Fabiola: —Cariño, ¡hoy fuiste tan poderosa y dominante! ¡Casi me convierto en tu fan!Fabiola: —¿No estás exagerando?—Es verdad —Patricia comenzó a quejarse de Joana. —Antes ella se burlaba de ti, siempre me decías que las relaciones entre la familia Sánchez y la familia Herrera eran buenas, no podíamos arruinarlas, debíamos ser tolerantes, pero fi
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