Simona, enfadada, pisoteó a Mariano: —¿Te crees que no sé lo que estás insinuando?Mariano, frotándose la parte trasera del pie, entre dientes, dijo: —¿No podrías aprender a comportarte como una dama?—¿Te estoy molestando?— Simona levantó la voz. —Este es mi comportamiento. ¿Por qué debería aprender a ser una dama? ¿Si te gustan las damas, por qué sigues aferrándote a mí? ¡Restrepo, no arruines mi día!Viendo que Mariano la estaba molestando de nuevo, rápidamente se disculpó con una sonrisa: —Está bien, está bien, cometí un error. Ven aquí, dame un abrazo.Simona frunció los labios y, con un resoplido, se lanzó a los brazos de Mariano.Viendo esta escena, tanto Ximena como Alejandro se quedaron sin palabras.Alejandro, con una mirada de desdén en los ojos, se volvió y tomó las pinzas de Ximena: —Deja, yo lo haré.Ximena, sintiéndose incómoda, fue a un lado a comer frutas.Dentro de la tienda, los tres pequeños se sentaron frente a frente.Liliana cruzó los brazos, con una expresión
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