En la casa de Nicole, Peter está sentado en el sofá, observando atentamente el brote de ella. Era un escenario que se había repetido innumerables veces, siempre que las cosas se salían de su control. Sin embargo, había aprendido que lo mejor era mantener distancia, evitando convertirse en blanco de su furia. Desde los primeros días a su lado, Peter entendió lo desequilibrada que podía ser Nicole y que la obediencia a sus órdenes era la mejor estrategia para evitar las severas consecuencias que ella y su familia podrían imponer. Con un palo de golf, Nicole descargaba devastadores golpes en el enorme televisor de la sala, desahogando su frustración en cada golpe.– Explícame esto, Peter. ¿Cómo seis hombres, seis, dejaron escapar a aquella idiota? – Pregunta, su voz resonando entre los escombros de la sala.– Por lo que entendí, cuando Natan llegó, solo uno de ellos estaba en el apartamento. – Responde, observando a Nicole destrozar el televisor y rezando para que, esta vez, su furia no
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