—Son tan perfectos —la voz de Nicole llevaba el tono de asombro que sentía mientras miraba a la pequeña bebé en sus brazos. La más pequeña de las gemelas—. Hola, nueva mama. Janeth meció suavemente al mayor de los gemelos y sonrió a su amiga. —Gracias, estoy de acuerdo con eso. Acurrucada en el extremo de la cama de Janeth, Nicole miró por encima del hombro hacia donde Shyanne estaba sentada en una silla en el rincón. —¿Estás segura de que no quieres coger a los bebés? Sin levantar la vista del teléfono, Shyanne respondió. —Bastante segura. —Shy, no tienes que quedarte —murmuró con una sonrisa—. Es tarde, ¿por qué no te vas a casa? Con un suspiro de alivio, Shyanne se puso en pie y besó la mejilla de Janeth. —Gracias, amiga. Nos vemos mañana, cualquier cosa estoy a una llamada de distancia. ¡Las amo! Cuando la puerta se cerró detrás de su amiga, Janeth negó con la cabeza. —Nunca he conocido a nadie como ella, alguien a quien no le gusten los bebés. —La conocemos desde hace
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