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Todos los capítulos de En los brazos del mafioso: Capítulo 111 - Capítulo 116
116 chapters
Epílogo.
Los sueños podían cumplirse, eso era lo que Sara sabía. Por muy increíbles que fueran, porque ella lo experimentó de tal forma que no le quedó mas alternativa que mirarse en el espejo que reflejaba a su familia, mientras la imagen la captaron los periodistas que dieron por inaugurado el centro que se encargó de preparar ella misma. Uno donde se ayudaría a conseguir hacerles soñar tanto como ella y Keyla lo hicieron una vez. Su esposo la vio separarse de él para mostrar lo que una mañana la escuchó decir que haría. Con una enorme sonrisa ahora paseó y mostró para que usarían cada sala, mientras los periodistas hablaban de la forma en que ella hacía resaltar el apellido de los Crown también. No era solo cargarlo, era mostrarlo y usarlo a su favor. Incluso Luisa se unió a ese proyecto de su nuera, porque nunca vio a alguien tan enfocado en dar preparación que sabía otros se esmeraban en buscar, pero ella no les cerraría la puerta como hacían otros. Las envidias crecieron, incluido s
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Extra: Reunión de dos almas.
Sara vio todo el lugar y todo le pareció irreal. Escuchó a Joseph decir que lo que menos deseaba hacer era eso, su hermano lo respetó, pero el momento de replantearse todo se dió y tuvo que tomarse una decisión. Algo que afectó totalmente la percepción de todos sobre lo acontecido. Las rutas eran necesarias, de Leonardo escuchó que estan las necesitaban porqué los Duque esta vez sí tenían lo que ellos querían. Así que la boda fue pactada dos semanas antes y ahora estaban ahí, esperando porque se oficiara el sello que dejaría la entrada de los Duque a su círculo social. Miró a su hija jugando, a su hijo cuidar de ella y no pudo separarse tampoco pues no quiso pensar que dañarían algo en ese lugar, si fueron por mero compromiso. Se sentó en el primer mueble que encontró quedándose en ese lugar por varios minutos antes de que la incomodidad por ese sitio la embargara y decidiera pararse, paseando de un lado a otro, tratando de apaciguar las ganas de marcharse. Pero la imagen de su es
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Extra: Dignos hijos de sus padres.
Para Leonardo solo había dos reglas que eran irrompibles, una que decía sobre capacidad que debía tener todo el mundo para no fallar. Pues una falla conllevaría, siempre a que sus acciones respondieran por él.La segunda era básicamente, la facilidad con la que caería ante los pedidos de sus hijos y de su esposa. Eran su debilidad, una que por ser lo que era y lo que le hicieron sentir siempre, no quería dejar escapar. Lo probó, le gustó y lo conservó. Por ello ver a su pequeña hija con un peluche que no sabía cómo iba a meter al auto, le hizo ver que no pudo decir el "no" que debía. Lina caminó tranquilamente por el centro comercial, mientras Anthony fue al dentista con su madre. Quien le pidió distraerla con algo, ya que quería golpear la puerta del consultorio solo para evitar que le tocaran los dientes a su hermano.Pero no creyó que le tocaría que comprar lo que encontrara en el camino. Solo tenía diez minutos ahí y ya llevaba un conejo que no supo para que lo usaría si casi le
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Extra: Al fin la reina.
Un cuando y donde no lo tenían claro, un antes y un después claramente sí. Para Leonardo y Sara el tiempo era solo la prueba de que un amor verdadero no era algo que pudiera terminarse, porque el suyo era un indicativo de que podía existir y solo aumentar segundo a segundo. El evento de los Duque dio inicio, al menos uno donde todos iban por un mismo motivo, el cual querían presenciar porque era de los más esperados desde que se anunció. Lo veían como el reemplazo a perder uno de sus miembros ya que el hijo mayor de Gustavo Duque pereció en circunstancias que aún desconocían, pues nadie logró encontrar ni siquiera la bala. Aunque a quien querían como nuevo miembro de la familia, era su asesino. Uno a quien no le importaba en absoluto que se supiera, pues estaba demasiado ocupado viendo la hora a cada rato. __ Espero que esto no termine igual que la anterior. - dijo Lucio Conrad con claras intenciones de molestar a Aarón y a Luisa. - Su hijo no es muy conocido por ser un hombre de p
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Extra: Un legado bien cuidado.
__ ¿Cual es la razón para que mi hijo esté aquí? - preguntó Sara en cuanto el director de la escuela de sus hijos le hizo un llamado para presentarse ante él. Anthony estaba afuera con la cabeza pegada a la pared y su hermana a un lado, mirando como si fueran unos inútiles todos los demás, quienes lo veían con cara de odio, importándole poco al niño que lo vieran mal. __ Es inaudito que alguien sea así de violento esté en esta escuela. - se quejó la otra madre. - Vea cómo dejó a mi Edward, es un anim...__ Cuidado con la palabra que usará para él. - le dijo Sara viéndose enfadada con ella. - En lugar de soltar ese tipo de insultos, responda mi pregunta. El director sacó un pañuelo, ambas mujeres se veían con temperamentos nada fáciles de sobrellevar, no sabía por quien inclinarse.__ Lo que sucedió, señora es que Anthony agredió físicamente a Edward. - trató de explicar, Sara arrugó las cejas, su hijo no era violento, nunca lo había sido. - Lo golpeó con uno de los libro que lanzó c
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Extra: Me perteneces y te pertenezco. (Aarón y Luisa)
Para Aarón Crown era habitual ver a su ex pareja junto a otras personas, no importaba el género, siempre estaba rodeada de cuánto adulador se topaba. ¿Y como no? Era una mujer despampanante, inteligente, llamativa y muy hermosa. Se enamoró de ella en cuanto la vió en una pasarela, asistió a cada una de ellas luego de eso, quizá no era muy habitual al ser, en ese entonces, el líder del clan Crown, pero no había uno sólo del que no supiera, enviando arreglos florales como muestra de su presencia ahí.Luisa Gold era la sensación del momento, una mujer hermosa que sabía cómo cautivar a los críticos, siempre alabando su talento y trabajo. Pero ella siempre esperó que fuera ese ramo de rosas rojas, y un grupo de un rosas blancas enmedio, los cuales se fueron reduciendo con el pasar de las pasarelas. Lo primero que preguntaba era por su ramo, y siempre estaba ahí. La emoción era la protagonista cada noche, como si no hubiera nada más de su interés para presentarse a su trabajo. Y es que
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