―Suéltame, Abbas… ―dije nerviosa, intentando zafarme de su agarre.―No, esta noche la pasarás a mi lado, incluso después de la fiesta. ―Acercó sus dedos gruesos y toscos, queriendo alcanzar mi mejilla―. No sabes cuanto esperé para que tu príncipe azul te desechara como basura. Siempre fuiste un juego, un arranque de caballerosidad. Sabía que se hartaría de ti. ¿Creíste que podrías competir con las mujeres que lo acechan? Ellas son verdaderas hembras que saben entretener a un hombre como él. Él no busca una esposa, solo poder, dinero y diversión. »Pero yo puedo darte la vida que necesitas, Layla. Ya soy viejo y no me ando con juegos. Quiero una mujer que me reciba con la comida caliente y las piernas abiertas. Pórtate bien, sé servicial, dame hijos propios a quien heredarles mi imperio, y te daré una vida de reina. Me tom
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