Las extensas patrullas que ahora hace la manada sin descanso me tienen nerviosa, el aire está pesado y siento como si el tiempo nos corriera en contra.Acaricio mi vientre tratando de convencerme de que pronto pasaremos esta etapa y podré tener a mi bebé en los brazos.Las ecografías no muestran signos de alarma, él se desarrolla a plenitud, crece cada día y el temor a perderlo se ha ido despejando, mi cuerpo se adapta a los cambios que ya son más que notables.Tenemos Veinticinco semanas cumplidas, tobillos hinchados, una panza que no me deja ver los pies y un arsenal de articulos sobre maternidad que han reemplazado mis novelas de romance.- Quiero salir a caminar, este encierro me asfixia - Le indicó a Samuel que se ha convertido en mi sombra cuando los gemelos no están en casa que es casi siempre ahora.- Mi luna, tenemos cazadores en las fronteras. Cuando el peligro cese yo mismo te llevaré de paseo. Además ese bebé no te permite ya casi ni moverte. Falta poco. Ten paciencia. - M
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