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Todos los capítulos de La debilidad de Santori: Capítulo 121 - Capítulo 130
154 chapters
120. No estoy loco
FilippoHabían pasado algunas semanas desde que fui a casa de Gio y este casi me rompe la columna por mi desafortunado accidente con su ahora mujer. No me gusta confiar en las mujeres, son embaucadoras, siempre buscando la manera de salir de donde están, te manipulan hasta más no poder para que las complazcas. Como mi madre.Gio estaba de acuerdo conmigo y por eso sólo las usábamos, no era más que un objeto con empaque bonito que se usa y se desecha, no sólo estaba de acuerdo, él me enseñó esto, era una manera fácil de ir por la vida.Una vez que su madrastra confesó haber matado a su madre él no quería saber más de las mujeres sino simplemente para que cumpla su cometido, no entiendo esa fascinación que tiene por Martha, supo envolverlo bien, tanto es así que nadie se ha dado cuenta, pero aún no confío del todo en ella.Ahora tienen al niño allí, yo no lo hubiera buscado, tiene la sangre de su padre fallecido, va a salir ladrón. De tal palo tal astilla.Es que acaso él no lo ve, porq
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121. Miedo de hundirme
MarthaLuego de tanto tiempo a la deriva me encuentro en una parte establecida, pero a veces me da miedo hundirme por no saber gestionar lo que venga. Estoy completamente segura de que nuestra felicidad es momentánea, sin embargo, pienso disfrutarla feliz el tiempo que nos dure.Quiero saber que todo va estar bien.Quiero que mis hijos tengan todo lo bueno del mundo, quisiera protegerlos siempre, aunque también sé que no puede hacerlo todo el tiempo.Luego de la visita de Filippo me siento un poco más tranquila.Gio me dijo que me amaba y eso me hace sentir mejor, más tranquila, más a salvo, quiero creer que todo va a estar bien a partir de aquí.Ha pasado una semana y Gio insiste en qué debemos presentarnos ante la sociedad y por sociedad quiere decir ante la organización Unito, la verdad es que no quiero hacerlo siento que me voy a exponer y que me van a meter en la boca del lobo. Más sin embargo es lo que se tiene que hacer no puedo seguir alargando el momento.—Mil dólares por tu
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122. Me vi en tu espejo
GioAhora que tengo a ciencia cierta de saber cómo es esa felicidad de la que mamá y la Nonna hablaban vivo plenamente, todo gracias a Martha, el miedo de perderla es enorme, aun así, la hice mi mujer, la traje a vivir conmigo y le di mi anillo.El anillo que guardaba con tanto recelo en la caja fuerte y se lo di porque sé que ella lo va a cuidar mejor y dárselo a la siguiente generación de Santori que venía en camino.El anillo también la marcaba como mía y no me daba pena admitirlo.No quise comprarle uno nuevo, sentía qué sería más simbólico, así la historia de mis padres haya terminado trágicamente sé que mis padres se amaron de verdad y quería eso. Quería simbolizar eso, con ese anillo esperaba lograrlo. Cuando la vi desnuda ante mí solo pude tomarlo entre mis brazos y hacerla sentir la mujer más feliz del mundo.La besé despacio, acaricie todo su cuerpo lentamente. Tenía mucho miedo de hacerle daño a ella o al bebé, pero sabía que era casi imposible. La doctora dijo que podíamos
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123. El capo había llegado
MarthaLlegamos a la casa de Filippo que no quedaba tan lejos de nuestra villa y ya había algunos carros, mis manos sudaban un poco de los nervios, no sabía cómo me iban a recibir, pero sé que le haría frente.Gio, Isolda y Manuel estaban conmigo nada me va a pasar.—¿Estás bien? te noto distraída —me pregunta Gio cuando me ayuda a bajar.—Nerviosa la verdad, mucha gente me provoca ansiedad. Mucha gente que solo vino para conocerme y tal vez atacarme, es un ataque de pánico en toda regla— sentía que me faltaba el aire.—Respira conmigo, nena— lo imité como me pidió y trate de que todo estuviera bien de ahora en adelante.—Estaré bien, son solo los nervios —no sólo le mentía a él, trate de mentirme a mí misma.«mentirosa» gritaba mi mente dejándome casi sorda.Parpadee varias veces y sacudí la cabeza aturdida, subimos las escaleras y nos encontramos con el mismísimo Filippo esperándolo afuera con alguien más al lado.—Gracias por venir a nuestra cena— inclinó la cabeza en señal de resp
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124. Esta pantomima
Martha Y con eso me di media vuelta, y me fui casi temblando, sin embargo, apreté mis manos en puños, nadie me iba a hacer caer, no caí en la cárcel con el acoso de Sam, aquí menos que menos que son gente adinerada y mafiosos. Casi llegando donde estaba Gio antes, ya no estaba donde lo dejé, pero Isolda y Manuel si y se acercaron a mí con caras de preocupación. —Gio nos mandó a buscarte— me informa Isolda. —Pues aquí estoy, es una total falta de todo que no pueda beber un trago cuando lo necesito mucho— les comenté. —¿Sucedió algo en el baño? —pregunta Manuel viéndome de arriba abajo detallando mi cuerpo, busca no sé qué cosa. —No, nada. Ni una m*****a cosa— les asegure— ¿dónde está Gio? —Está en una reunión con los altos mandos— me responde Manuel. —Me quiero ir— les confesé— aunque sé que no puedo. Llamen a Gio. —¿Te sientes mal? —interrogó Isolda. —No, solo trae a Gio —les pedí con mi espalda recta y el mentón en alto. —No podemos interrumpir la reunión, él dijo... —Manue
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125. Como una reina
GioNo estoy acostumbrado a integrar a alguien en una conversación o andar para arriba y para abajo, me convertí en el capo en cuanto saludé a Filippo y entre en ambiente con los demás.Había desde políticos, estrellas del espectáculo y mafiosos en un mismo lugar. La crema innata de Italia, sonreí porque todos querían tener algo, no me preocupe por nada más que por mí y mis negocios, por eso cuando Manuel me saco de la reunión estaba que lo mataba, de manera fría lo seguí solo porque no sabía si Martha se sentía mal.La escuché sorprendido de ver como hablaba molesta, creo que nunca la había visto así, entendí sus razones y supe que había metido la pata monumentalmente.Estando sentado en el despacho de Filippo viendo a Jean Pierre Grimaldi tartamudear por que no sabía dominar a mi mujer, fue un total gusto, si llego a faltar ella podría encargarse de todo sin ningún problema. Estoy seguro.—Siéntate— Martha le tutea sin importar que sea mayor que ella o que sea uno de mis hombres de
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126. La tonta, la buena
MarthaSe podría decir que la fiesta fue todo un éxito, mi presentación estuvo bien nadie dijo nada tampoco es que podían hacerlo y tampoco es que Gio los iba a dejar hacerlo. Hoy descubrí una nueva Martha en mí o tal vez sería más correcto decir una Monique en mí, estando en el despacho la adrenalina corrió por mi venas en cuantiosas cantidades y me sentí poderosa, Jean Pierre entendió que conmigo no se juega.Luego de la cena todos pasaron nuevamente al salón y yo me quise ir a mi casa, estaba muy cansada. Mi embarazo la verdad es que no me ayudaba mucho, solo quería una cama cómoda y una sábana caliente.Y eso quería hacer o más bien intentaba hacer. Quería irme.—¿Gio, podemos irnos? —Le pregunté al oído para no incomodar.—Claro que sí, mi amor cuando gustes— respondió solicito como siempre.Luego de platicar con él en la habitación todo fue más llevadero, él estaba más receptivo y pendiente de mí, aunque también noté que más estresado.Tengo sueño así que creo que es conveniente
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127. Ese mafioso
MARTHA«Gio debe estar en su despacho cuando escuchó el estruendoso sonido acompañado del temblor en la casa, debo mantener la calma»Y eso era lo único que podía hacer para mantenerme cuerda y anclada al presente.—¿Dónde está Diego? —me interroga de nuevo Miguel sin acercarse del todo a mí y gracias a Dios no lo hizo estaba rodeada de todos ellos, me sentía en medio de un nido de víboras y lo estaba.—No te voy a decir dónde está mi hijo— levanté el mentón obstinada.—Entonces me vas a acompañar a buscarlo— se quería acercar, lo que no sabía es que lo detenía. Yo sólo ignoré a Amos que parecía un cachorro detrás del viejo y eso hizo que me quitara algo del miedo que lo tenía.—Ni loca te acompaño a buscarlo— mi soberbia crecía conforme él insistía y no quiero ir con él, aparte no sé en donde este.—Vamos Marta— insistió acercándose a dos metros de mí —no estoy jugando— me advierte.—Y yo no te digo que estés jugando, simplemente te digo que no te voy a entregar a mi niño, ni a ti ni
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128. Las cosas cambiaron
GIOEsta era la segunda vez que se metía a mi casa para amenazar a mi familia, más valía que quien custodiaba la puerta estuviera muerto o lo estaría pronto.¡Maldición!Necesitaba encontrar a Martha y Diego, me volvería loco si no los conseguía y los sacaba de aquí rápido junto con la Nonna, mi familia está en peligro y necesitaba hacer algo para salvarnos. Me encontraba detrás de un muro y vi a Martha arrastrándose en mi dirección, asomé la cabeza para mirar y le sonreí de medio lado ella entendió que tenía un plan, que tenía que confiar en mí.«Se nos había montado la gata en la batea» pensé al verla despeinada y algo desorientada.Me daba miedo que se clavara algún escombros en su vientre, solo esperaba que llegará a mí con bien.Me sonríe de vuelta haciéndome ver que estaba bien, que estaríamos bien.Esperaba y necesitaba que Diego y la Nonna hubieran podido salir de la casa rápido, esperaba que ya lo hubiera hecho, que ya estuvieran al menos lejos de aquí; lejos del peligro.Mis
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129. Antes de decidir
MarthaAntes de poder decidir qué era lo que íbamos a hacer juntos se acercó Isolda disparando todo lo que tenía, recarga y sigue disparando de manera letal, a lo lejos se escuchaban los quejidos de los demás.—¿A qué esperan para irse? ¿la foto? ¡muévanse ya! —nos grita la mujer mientras se encarga de los demás.En ese momento no era lo mejor de lo mejor, pero debíamos huir. Manuel nos esperaba del otro lado casi en la cocina.—Jefe, vamos salgan de aquí, un carro los está esperando en la verja— se veían aliviados de vernos bien y tomados de la mano.Y corrimos, estando afuera frené de golpe con las piernas entumecidas, estaba descalza y seguramente tenía algo incrustado en la planta del pie, pero no lo sentía aun.—¡No, espera y Diego! —estaba desesperada— ¡no puedo irme sin Diego! yo… yo… Gio— lo vi suplicante—. Mírame, no puedo irme sin Diego.—Está bien, quédate tranquila no iba a dejarlo— me tranquiliza— espera en el carro, yo voy por él.Giró sobre sus talones y se fue de nuevo
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