Después de una serie de desafíos, Leticia se encontraba roja como una rosa, cubierta de un suave sudor.Esa mirada melancólica, fijada en Pedro, le hacía erizar el cuero cabelludo.—¿Acaso es solo una pomada? ¿Por qué te miras como si hubieras sido insultada?—¿Has visto suficiente? ¡Si has terminado, sal de aquí!Leticia se cubrió el cuerpo con una sábana.Su cintura delicada, complementada por unas caderas pronunciadas, dibujaba una curva sumamente encantadora.—Toma esta pomada, aplícatela durante tres o cinco días, y la cicatriz desaparecerá.Pedro, sin atreverse a decir más, dejó el frasco de la pomada y salió de la habitación, sintiéndose culpable.Pasaron aproximadamente diez minutos.Leticia, ya vestida, también salió de la habitación.A diferencia de su enojo anterior, ahora había recuperado su habitual frialdad.Como si nada hubiera sucedido.—Préstame tu celular, tengo que hacer una llamada.Leticia extendió su mano hacia Pedro, quien estaba tomando sopa.Él, sin protestar,
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