Capítulo 55
Después de torturarla sin descanso, Leticia finalmente sucumbió y cayó desmayada.

En ese momento, su espalda estaba en un estado tan atroz que no se podía soportar la vista.

Las heridas horrendas seguían derramando sangre poco a poco.

Incluso en su desmayo, su cuerpo seguía convulsionando inconscientemente.

—Comandante, ella ha perdido el conocimiento —informó un subordinado.

—Despiértala con agua y continúa golpeándola —dijo Adán fríamente.

—Tío, ¿puedo hacerlo yo mismo? —Enzo, ansioso por probar, intervino en ese momento.

Desde que fue deshonrado, había experimentado un gran cambio en su interior.

¡Las mujeres hermosas eran las que más quería destrozar!

—Si te gusta, adelante.

Adán asintió en señal de aprobación.

—¡Gracias, tío!

Enzo sonrió siniestramente.

Después de que Leticia fue reanimada, él blandió su látigo, golpeándola cruelmente.

—¡Hablarás o no hablarás!

—¡Mátame, mátame ahora!

Leticia, no pudiendo soportar la tortura, estaba al borde del colapso mental.

En ese momen
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