—¡Por favor, Srta. Leticia, perdóneme!Cipriano se arrodilló de inmediato, seguido por toda la familia Guzmán, quienes también cayeron de rodillas.Un mar de personas, perfectamente alineadas.Leticia se quedó estupefacta.Teresa también se quedó paralizada.Incluso Yolanda, quien se había estado quejando, se quedó parada en su lugar, atónita y sin poder reaccionar."¿Acaso la familia Guzmán no había venido a causar problemas? ¿Por qué se arrodillaron de la nada? Miembros de una prominente familia, aristócratas de Ciudad A, ¿por qué se han vuelto tan sumisos de repente?"—¡Srta. Leticia! ¡Lo siento, fui muy presuntuoso y no supe reconocer mis límites! ¡Por favor, tiene que perdonarme!Viendo que Leticia no reaccionaba, Cipriano, aún arrodillado, empezó a golpearse frenéticamente la cara.Su rostro, ya hinchado e irreconocible, se volvió aún más difícil de mirar.Sin embargo, ni siquiera eso lo detuvo.Hace media hora, en la boda, tras descubrir la verdadera identidad de Pedro, se había
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