—¡Hermano mayor! —¡Diego!Al ver a Diego lanzado por el aire, todos los que estaban cerca se sobresaltaron.Se miraban entre sí, mezcla de asombro y furia.Nadie había anticipado que Adolfo, con su abdomen gravemente herido, todavía tendría tal nivel de habilidad.—¿Cómo te atreves a ponerme un dedo encima? Diego se sostenía el pecho dolorido, lleno de rabia.¿Un desecho expulsado de su escuela, de dónde saca la audacia para ser tan insolente?—¿Qué importa si te golpeo? No haberte matado ya es mostrarte misericordia —Adolfo avanzó, tomando la mano de la mujer de blanco, y dijo apasionadamente—: Emma, no tienes que temer. Con tu hermano mayor aquí, nadie te volverá a molestar. Incluso si cuesta mi vida, te protegeré.—Hermano mayor, ¿qué estás haciendo? El rostro de la mujer de blanco cambió, y empezó a retroceder instintivamente.—Emma, sé que has sufrido mucho. En adelante te trataré bien, ¿nos fugamos juntos? ¿Dejamos Ciudad U y vamos a un lugar donde nadie nos conozca? Adolfo m
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